La política pública de compras de vacunas han resultado un verdadero fracaso. Eso ya está demostrado porque hay otros países que, movilizándose de manera mucho más eficaz, lograron que importantes lotes de vacunas lleguen a sus países.
El caso de Uruguay es un caso paradigmático. El propio presidente Abdo se trasladó a Montevideo hace más o menos un mes y medio para conversar con su colega Lacalle acerca de qué se tendría que hacer en forma conjunta para traer las vacunas.
Pareciera que lo más importante fue la conversación por teléfono que tuvo Abdo con Putin pidiéndole las vacunas rusas. Sin embargo, pocas semanas después, Uruguay tenía un lote importante de más de 2 millones de vacunas y nosotros no podemos alcanzar todavía 200.000.
Algo no entendió el presidente o su equipo no sabe cómo comprar las vacunas, porque si no tendría que volver a viajar a Montevideo y explicarle el presidente uruguayo cómo se hacen bien las cosas, qué es lo que tendría que hacerse en este negocio de vacunas que vuelve tan inestable y con perspectivas tan poco afortunadas para muchos de nosotros seguir esperándolas.
El Paraguay necesita toda una nueva clase dirigente totalmente renovada a la actual, que piense en función de los intereses de sus mandantes, que entienda básicamente que un Gobierno debe estar al servicio de la gente y no debe servirse de la gente.
Cuando viaje el presidente habría que llevar a alguien que le apunte lo que escuchó y posteriormente todo un equipo que lleve adelante la propuesta. Hay que incluir a todos los sectores del país en este momento de grandes contingencias y demandas de calidad en la tarea de la gestión pública.