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El día que me fui

Me fui hace diez años de mi país. Con dos maletas cargadas, una mochila al hombro, mucho miedo y poca madurez. Me fui sin pensarlo tanto, sin darle tantas vueltas al asunto, sin prestarle mucha importancia al qué dirán o qué me esperaría. Me fui profundamente enamorada, persiguiendo esa historia de príncipes y princesas, donde un D’Artagnan me defendería con su espada y protegería con su escudo. Me fui sin siquiera saber qué me esperaría del otro lado del hemisferio, me fui a un país muy muy lejano.

Recuerdo la emoción, ansiedad y alegría por lo que vendría, también tristeza por todo lo que dejaba atrás. Pero estaba segura de esa decisión. Era experimentar otra vida, compartirla junto a alguien más, recoger anécdotas, atravesar nuevas puertas, sentarme en otras mesas, respirar aires nuevos, sorprenderme con paisajes distintos, crecer y enfrentarme a situaciones que no estaban planeadas. Lejos de mi zona de confort, distante de mi red de contención. Que duro fue, que fuerte sensación. Momentos que tengo tan bien identificados. Hoy los analizo en perspectiva y veo lo mucho que he madurado. 

Estaba en un momento de mi vida bastante confuso. Complejo. Difícil. Lidiando con situaciones familiares que no busqué, intentando descifrar la vida de una veinteañera recién casada, sorteando altibajos emocionales y tratando de entender de qué iba la vida adulta. Mucho miedo, mucha incertidumbre y una infinidad de cambios que llegaron todos muy rápido, sin darme tiempo de digerir, de respirar, de tomar aire para continuar. Ya estaba en el baile, había que bailar. 

Subí a aquel avión una noche de otoño, y cuando por fin esa cosa gigante con dos alas y más de cien almas se movió, fue que dije muy dentro mío “Bueno Jess, ahora ya se volvió realidad eso que tanto anhelabas. Ahora si no hay marcha atrás”. Una sensación de miedo invadió mi alma mientras aquel avión tomaba pista para despegar. Bruno me abrazó y contuvo todo ese tiempo. Siempre. En todo momento. Creo que estaba igual de nervioso que yo, pero hacía el mayor esfuerzo por disimular que, Él también, estaba temblando por dentro. 

Pasaron diez años desde que dejé todo atrás. Dejé mi vida entera para comenzar de cero, una vez más. Perdí la cuenta de las despedidas con un nudo en la garganta, y de las bienvenidas con sonrisas de oreja a oreja que hubieron.

¿Me arrepiento? para nada, no sería la que soy. No habría tallado la personalidad que tengo hoy, no me habría conocido ni hubiera vivido todo lo que experimenté desde aquella noche de Abril del 2012, cuando en un pestañeo, mi vida dió un giro de 180º y todo mundo cambió.  

Jessica Fernández Bogado
Jessica Fernández Bogado
De un país pequeñito llamado Paraguay, viviendo en un país enorme llamado México. Hablo mucho y escribo más. TW & IG: @Jessiquilla

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