Foto: el Referente
Uno de los grandes retos de cualquier país y de cualquier persona es develar la triple crisis que todos tenemos, una crisis de identidad, de valores y de destino. Lo último significa a dónde queremos llegar y de qué depende para que alcancemos dicha meta.
Generalmente nos planteamos cuestiones que tienen que ver de carácter histórico, cultural, de autoestima, de posibilidades de salir de la condición en la que nos encontramos, y en otras oportunidades decimos que nuestro destino en realidad no depende de nosotros, sino de algún partido político que está en el poder desde hace muchos años, de un vecino grande, en términos geográficos y capacidad económica como el Brasil o de Estados Unidos, que está mucho más lejos, pero que, sin embargo, puede hacer que la vida y la muerte dependa de las vacunas que nos puedan regalar, pero pocas veces graficó el tema de la trascendencia del destino en torno a nuestra propia voluntad y capacidad de construirlo.
Dependerá de nosotros que realmente tengamos un mejor destino y un mejor futuro en condiciones. En las que estamos, pareciera que nos contentaremos simplemente con endilgar a otro lo que nos pasa o lo que no nos pasa.
Deberíamos asumir los paraguayos una condición más partícipe de todo lo que realmente nos ocurre y buscar cambiar eso que parece para muchos un destino siempre trágico o nunca tan gráficamente de la prosperidad y del desarrollo.
De nosotros, de cada uno, depende el futuro y el destino que habremos para nosotros y para el Paraguay.