Los intendentables por Asunción Nakayama y Rodriguez simularon un debate en televisión donde faltó de todo pero sobre todo: sinceridad y compromiso. No es raro que hayan pocos entusiasmados en los comicios del domingo.
La palabra debate está formada con raíces latinas y significa «discusión, controversia». Sus componentes léxicos son: el prefijo de- (dirección de arriba abajo) y battuere (golpear).
En toda discusión se espera observar posturas firmes, claras que convenzan a los espectadores y más si son potenciales votantes que deben ir convencidos a elegir a quien encuentre un candidato potable que pueda administrar en este caso la capital del Paraguay.
Desafortunadamente quienes hemos visto coincidimos que dicha discusión fue una pérdida de tiempo entre adolescentes que no podían hilar claramente sus respuestas
Por lo visto se tomó muy en serio la parte etimológica de la palabra debate de golpear ya que en vez de observar un serio intercambio de palabras entre posibles alcaldes de una ciudad fue más bien una discusión incontrolable de adolescentes confundidos que se insultaban sin filtro ni previo cogito ergo sum fue más bien un cogito ergo peleus donde el tiempo en que cada candidato en su tiempo de pensar su respuesta se encontraba más bien ajustando sus guantes para volver a golpearse sin perder el tiempo en el ring que así cómo una pelea de boxeo fue transmitida al mundo.
Los candidatos que estuvieron “debatiendo” sin altura mostraron claramente sus “ideas” para corregir la extensa lista de necesidades que tiene una ciudad de 117 km2 y un aproximado de 525,252 habitantes que no tienen tiempo para perder cómo espectador de peleas políticas. Todo esto solo genera desencanto de un electorado cada vez más decepcionado o indeciso.
Cómo electores exigimos seriedad y capacidad de nuestros candidatos y para eso los debates deben servir para exponer sus ideas y eso no escuchamos. Los candidatos nos mostraron muchos signos de inmadurez como cuando Nakayama mostró unos pases de karate sacándole seriedad a su participación.
Nos falta aún mucho para entusiasmar, comprometernos y vivir la democracia cuando los candidatos huyen de las propuestas y no exhiben la seriedad que esperamos. Nenecho cree por ejemplo tontamente que no tenemos memoria. Está equivocado.