Varios candidatos a intendentes municipales se encuentran ahora en la lista electoral de cara a los comicios del próximo 20 de octubre. Serán unos comicios raros, ya que estas elecciones tendrían que haberse realizado el año pasado y los intendentes tendrán una duración de mandato de menor proyección de lo constitucionalmente establecido.
Las grandes razones por la que alguien busca ser intendente es para responder en políticas cercanas a la gente, haciendo que vivan mejor los ciudadanos de estos sitios. Eso tiene que ver fundamentalmente ahora con el gran costo burocrático administrativo que tienen las intendencias, con mucho personal supernumerario que no responde realmente a las necesidades y exigencias que tiene cada ciudad.
Se ha tomado como un mecanismo que genera prebendas y canonjías, pero no necesariamente funciona en favor de la gente. Además, tiene que haber una completa reingeniería sobre la cuestión tributaria. En muchos lugares se paga muy poco porque el propio intendente tiene muy poco interés en recaudar, ya que tiene los fondos de Fonacide o de los royalties que le ayudan a llevar adelante la gestión sin necesidad de incordiar a nadie y menos ponerse él como un ejemplo.
La otra cuestión es que un intendente debe aprender a negociar con una Junta Municipal que casi siempre es hostil y cuyos concejales también buscan lucrar sobre la base de la extorsión y el chantaje que realizan a intendentes municipales que quieren hacer bien su labor. Todas estas cuestiones pasan por una cuestión transversal: dejar de robar.
Hay mucho robo en nuestras intendencias municipales y mientras eso no se acabe, seguiremos lamentando que las promesas sigan siendo sin sentido y sin respuesta a la gente.
Necesitamos políticas y políticos sinceros que realmente comprendan que estar al frente de un Municipio es un gran compromiso de cercanía, en el sentido de describir claramente la palabra democracia.
