La conflictiva zona de Ucrania está ante la inminencia de una guerra cuyas consecuencias nadie puede todavía anunciar. Occidente ha decidido castigar a Rusia la parte financiera y ha afirmado que los bancos de ese país no podrán operar dentro del sistema a causa de que es Rusia, con Putin y el que está dándole alas a grupos separatistas dentro del territorio ucraniano y que son respondidas de forma bastante fuerte pero incapaz de enfrentar un conflicto por parte de los ucranianos.
Veremos si hay capacidad realmente de Occidente, por otro tipo de sanciones que no sea la reacción militar, para hacerles entender a los rusos de que deberían ser respetados primero los acuerdos y por otro lado la soberanía de un país independiente que en su territorio reclamado de la extensión de su dominio de manera absolutamente legal.
Naciones Unidas sigue reuniéndose, pero no mostrando realmente la eficacia que se debiera ante circunstancias de este tipo. Estamos ante organismos viejos que no pueden responder a situaciones nuevas, aunque lo que está pasando nos retrotraiga incluso a tiempos anteriores a la Primera Guerra Mundial.
Las consecuencias del conflicto ruso ucraniano ya lo sentimos en el incremento del precio de los combustibles derivados del petróleo. Debemos también en ese sentido acelerar nuestra independencia en materia de hidroenergía potenciando el uso masivo de este recurso que tenemos en abundancia.