Por Bruno Vaccotti-
@peztresojos – Emprendedor y Comunicador Social
Visitando la Escuela Agrícola Cerrito, que en este momento mantiene las clases de manera remota con sus más de 150 estudiantes de diferentes puntos del país, pero que perfectamente podría continuar con su proceso de doble bachillerato, porque sus estudiantes tienen normalmente un régimen de internado, así que podrían estar perfectamente en la Escuela con los cuidados respectivos, además de que muchos de ellos cuentan con más comodidades en la institución que en sus hogares. Ya en abril planteamos esto a la Dirección Técnica de Escuelas Agrícolas del Ministerio de Agricultura y Ganadería, un reclamo que no hizo eco en los pasillos de la burocracia estatal.
En la Escuela ahora se encuentran algunos ex alumnos que han sido contratados para seguir manejando las 15 unidades productivas, que no pueden detenerse por la pandemia y que a su vez han servido para proveer alimentos a la comunidad, a incontables ollas populares y a los clientes habituales de sus productos.
Lissen y Oscar son dos de los ex alumnos que están apoyando a la Escuela Cerrito durante esta emergencia sanitaria. Ambos comentaban como fueron sus días luego de egresar. Lissen ingresó a la Universidad y empezó con su familia un plan de negocios para criar cerdos, mientras que Oscar ya estuvo contratado incluso antes de egresar del bachillerato, para poder administrar un proyecto de engorde de ganado de miles de cabezas, con tan solo 18 años. Ambos comentaron que la Educación que recibieron fue inspiradora y fundamental para los pasos posteriores hacia su inserción al mundo laboral y universitario.
“Para muestra basta un botón” dice un viejo refrán. Más de 1500 estudiantes han pasado por nuestras escuelas, hoy se encuentran esparcidos por todo el país y en el exterior, con una mentalidad que busca construir polos de riqueza en el campo y reducir los cinturones de pobreza urbanos. Un modelo de educativo paraguayo que ha sido premiado más una docena de veces en diferentes partes del mundo y replicado en más de 30 países. Lissen y Oscar son un ejemplo de que se puede y que un Paraguay bien hecho debe comenzar por dos cosas: Educación y oportunidades.