Algunos lo llaman evolución otros: cambios generacionales, lo cierto es que el educar ha cambiado por muchas razones para algunos para bien y para otros para mal. Antes, aprender estaba ligado con el castigo físico o psicológico, cómo el tener que arrodillarse sobre maíz o sal gruesa en una esquina del aula o tener que estar parado con un bonete blanco indicando el nivel inferior de educación de burro inscripto en el mismo.
La historia de las reglas que caían sobre los nudillos de las manos para recordar lo no recordado y para hacer crecer la figura autoritaria de la maestra estuvo con nosotros hasta hace poco tiempo, Para algunos, esto estimulaba el esfuerzo académico del alumnado para alcanzar su esfuerzo por aprender y para otros hizo crecer el resentimiento, el dolor y la frustración. En esos tiempos la palabra inglesa bullying aún no existía y creían tontamente que el abuso era efectivo para lograr un buen rendimiento académico de los estudiantes.
Hoy debemos ser más empáticos Algunos dicen que el cambio podría ser por el incremento de la sensibilidad del escolar o la mala prensa hecha por éste de sus profesores pero en el caso nuestro porque ese método estuvo unido al concepto autoritario del Estado regentado por Stroessner
Enseñar y aprender son verbos que no deben conjugarse necesariamente con sangre o cualquier otro abuso psicológico o físico de por medio hay que cambiar por métodos empáticos, tolerantes y con ganas de enseñar y aprender realmente efectivas.
Es cierto que el primer semestre del año está concluyendo más la difícil tarea de enseñar y aprender no tiene tiempo fijo, la mejor universidad que se llama la vida continua y no dejamos de aprender y enseñar hasta que ella termine. Con o sin tablet, presencial o virtual, la tarea de enseñar y aprehender conocimiento debe seguir en buen estado por y para el bien nacional. El dolor más grande es seguir perdiendo oportunidades por falta de imaginación para enseñar y aprender de forma correctas.
