Los 10 buses eléctricos donados por Taiwán deberán moverse por una ciudad carente de infraestructura para un transporte público de este tiempo.
Existen en Taiwán empresas líderes en el sector de la movilidad eléctrica que tendrían interés en invertir en el Paraguay. Esto se escuchó en el acto de entrega de los ómnibus eléctricos donados por el gobierno de la República de China con vistas a una hipotética reconversión del sistema de transporte público.
Tendrían interés, hipotética reconversión… todos estos sí condicionantes pintan con colores muy fuertes la fragilidad de la política nacional en materia energética y de transporte. En realidad, describen su virtual inexistencia. Y los taiwaneses lo saben de memoria, conocen el paño.
El transporte público urbano e interurbano en el Paraguay se sigue moviendo a gasoil con una flota de alta obsolescencia y altísimo nivel de contaminación. No sólo no existe un intento serio por migrar al transporte eléctrico sino que seguimos manteniendo una infraestructura urbana absolutamente desequipada y hostil para el rodaje de vehículos de transporte del nivel técnico de los donados por Taiwán.
Según comunicó la embajada de Taipei, los vehículos entregados en donación serían de la categoría de autobuses urbanos de piso bajo (all-electric low-floor city buses), provistos de un centro de gravedad bajo debido a la distribución de pesos más favorable lo cual contribuye a una mejor estabilidad y seguridad al rodar. Son unidades diseñadas para moverse por calles perfectamente pavimentadas, con carriles exclusivos y conectando una red de paradas técnicamente equipadas para discapacitados, incluidos pasajeros que se mueven en silla de ruedas. Es casi innecesario decir qué desempeño tendrán en una ciudad y conurbano con un pavimento lleno de desniveles, baches y obstáculos de todo tipo. Y de las paradas, mejor no hablar porque no existen, salvo algunos experimentos al azar rápidamente destruidos por el vandalismo.
Los taiwaneses son gente seria. Hicieron su movida ofreciendo vehículos de avanzada para un sistema de alta eficiencia operativa, poniéndose incluso a tiro para un eventual join venture entre fabricantes de la isla y empresas ensambladoras paraguayas. Pero también esperan del Gobierno paraguayo un compromiso serio hacia una verdadera conversión -en realidad, creación de cero- de un sistema de movilidad eficiente y económicamente viable. De lo contrario, todo lo que quedará de esta iniciativa será, en un par de años, 10 buses eléctricos destrozados e inservibles, mientras un millón de paraguayos seguirá esclavo del cartel de acarreadores de personas operado por camioneros codiciosos y mantenidos por los contribuyentes a fuerza de subsidios.
La Edad Media triunfará, una vez, más sobre el siglo XXI.
Un escenario más en el que veremos el verdadero temple del nuevo Gobierno.
