Por Benjamín Fernández Bogado
Uno de los sectores más castigados indudablemente por la pandemia de los que más tarde volverán a las actividades normales, constituye el ámbito de la cultura y de los artistas que requieren de reuniones para expresar su capacidad y su expresión.
En particular, estos sectores han pedido también una ayuda al Congreso en forma casi testimonial de G. 548.000 para los que ya vienen desde hace cuatro meses sin ningún tipo de actividad, y es probable que lo concedan. Pero aquí lo importante es volver a hablar de lo que se dijo en un inicio. Sería uno de los grandes capitales del país mover lo que se llama la economía naranja o lo que se produce a partir de la creación artística, darle un sentido y un valor trascendente a dicha acción y que Paraguay incluso pueda aportar su calidad artística al mundo.
Uno de los países que centró gran parte de su evolución económica es Corea del Sur, con la economía naranja, y hoy recibe grandes beneficios por haber hecho dicho cambio fundamental. En el Paraguay seguimos pensando como una economía pastoril en donde lo importante es tener estancia o grandes extensiones de soja. Algunos todavía creen que estamos en la Revolución Industrial, cuando ese proceso tiene más de 200 años de haberse iniciado. El Paraguay tendría que enfatizar en la cuestión de la economía naranja, y para eso tendremos que hacer un gran salto cualitativo en la educación para utilizar nuestros talentos habituales y conocidos en mejor forma y que se convierta en un valor que será para mejorar nuestros ingresos y por qué no proyectar una imagen diferente a la que tenemos en la actualidad.