Saludando a cada lectora, a cada lector de “El Independiente”, inicio mi columna denominada “Radical”, con una enorme esperanza en la humanidad trabajadora.
El nombre de la columna guarda relación con una profunda convicción en que los problemas que tenemos en nuestro país y en el mundo, para ser resueltos, deben ser abordados desde la raíz. Y como ser radical es apuntar a cambiar de raíz las cosas, propongo un intercambio y reflexión radical con ustedes. En este sentido, el asesinato del comisario Ferrari el pasado 11 de setiembre nos muestra una parte del poder que tiene la mafia en nuestro país. El grado de vulnerabilidad al que hemos llegado nos genera una creciente inseguridad y angustia. Porque en el fondo sabemos que el Estado que opera en el Paraguay está manejado por la mafia. Que es la mafia la que pone Presidentes de la República, es la mafia la que elige jueces y fiscales, es la mafia la que elige mayorías parlamentarias y es la mafia la que decide a quién condenar y a quién no.
Desmontar esta situación trágica exige asumir posiciones radicales, porque este es un problema de raíz.
Resulta que la dictadura de la mafia es el legado de la tiranía militar liderada por Stroessner y propiciada por los EEUU. La concentración de la tierra y de la riqueza material en pocas manos son la criminal consecuencia de este ordenamiento económico, político y social. Son muy pocas las familias millonarias y multimillonarias en nuestro país, de las cuales casi no existe familia cuya acumulación no tenga expresión fraudulenta.
Enterrar este legado stronista exige que logremos el Juicio y Castigo a torturadores y saqueadores de ese nefasto periodo, que siguen estando en posiciones de poder, dentro del gobierno o que, en otros casos, disfrutan de una total impunidad. Porque la libertad y la democracia son valores ejemplares, que no se construyen solo con discursos, que requieren de una demostración concreta sobre lo que toleramos y promovemos y lo que no toleramos y combatimos como sociedad.