
Cada 30 de julio se conmemora el Día Mundial contra la Trata de Personas, una fecha instaurada por las Naciones Unidas para visibilizar una de las más graves violaciones a los derechos humanos de nuestro tiempo. En este marco, es urgente poner el foco sobre una realidad que también golpea duramente a Paraguay, donde la trata de personas sigue operando de manera silenciosa y profundamente arraigada en estructuras criminales.
Se trata de un fenómeno complejo que afecta a millones de personas en todo el mundo, sin distinción de género o edad. Las víctimas —hombres, mujeres y niños— sufren consecuencias devastadoras, especialmente en lo emocional y psicológico, que marcan sus vidas incluso después de haber escapado del círculo de explotación.
Paraguay, escenario estratégico para las redes de trata
Según el psicólogo José Caballero, quien ha investigado ampliamente el fenómeno en el país, las rutas transfronterizas son clave para entender cómo operan estas redes criminales. Lugares como Ciudad del Este, Pedro Juan Caballero y Puerto José Falcón son considerados puntos críticos, donde el tráfico de personas se mezcla con el de drogas y otras actividades ilícitas. Las víctimas —en su mayoría adolescentes y mujeres jóvenes— son trasladadas en condiciones clandestinas, muchas veces mimetizadas como parte del tránsito legal fronterizo.
A ello se suman las zonas portuarias como Pilar y áreas ribereñas en departamentos como Central, San Pedro, Concepción y Ñeembucú, donde también se ha detectado explotación sexual, especialmente en contextos donde la vigilancia estatal es limitada o nula.
Perfil de las víctimas: mujeres y menores de edad, las más afectadas
Un estudio reciente del Departamento de Estadísticas del Ministerio Público, que analizó 392 denuncias registradas entre 2019 y 2024, reveló que el 71% de las víctimas son mujeres y el 29% hombres. Lo más alarmante es que el 13% son niños y niñas menores de 13 años, mientras que el grupo más afectado corresponde a adolescentes de entre 14 y 17 años, con un 34% del total.
Cicatrices invisibles: consecuencias psicosociales de la trata
Las secuelas de este delito trascienden lo físico. Las víctimas enfrentan cuadros de depresión, ansiedad y trastorno de estrés postraumático (TEPT), como resultado de la violencia y el abuso sufridos. La psicóloga del Ministerio Público, licenciada Soledad Barge, identificó síntomas frecuentes como baja autoestima, vergüenza, tristeza, desesperanza, fatiga emocional, frustración, apatía e incluso ideas de persecución.
El estigma social, además, puede agravar su aislamiento y dificultar la reconstrucción de sus vidas. La falta de confianza, la alteración de la identidad, la exclusión laboral y la dependencia económica profundizan el ciclo de vulnerabilidad. De ahí la importancia del acompañamiento psicológico, el apoyo familiar y la implementación de programas de reinserción social y laboral.
Un llamado urgente a la acción
En este Día Mundial contra la Trata de Personas, Paraguay se suma a la lucha global con la necesidad urgente de reforzar los mecanismos de prevención, detección y protección a las víctimas, así como garantizar la investigación y sanción efectiva de los responsables.
Combatir la trata no solo implica perseguir a los criminales, sino también construir una sociedad más justa, empática y comprometida con la dignidad humana.
Periodista Senior