Mario Abdo y todo su equipo subestimaron el hartazgo de la gente y están pagando el precio de haber hecho caso omiso a todos los reclamos. Ahora que el tsunami se les vino encima, están apurados por fabricar cualquier tipo de salvavidas que rescate al presidente. En medio del caos, no tuvieron más remedio que soltar la mano de Julio Mazzoleni, Eduardo Petta, Juan Ernesto Villamayor y Nilda Romero, pero no fue suficiente, reaccionaron demasiado tarde. Para la ciudadanía, caducó el tiempo de hacer los cambios de gabinete que se venían acumulando hace tiempo y ahora ya no hay vuelta atrás: van por la cabeza de Marito.
La primera gran ola en dar el golpe fue el viernes 5 de marzo, cuando ciudadanos autoconvocados vía redes sociales decidieron manifestarse frente al Congreso Nacional y, a pesar de los esfuerzos de la presidencia por calmar las aguas, solo lograron aumentar la marea de gente que se pronunció al respecto. Todo se desarrollaba con un ambiente de fiesta hasta que la situación se desbordó porque la policía reaccionó. La represión de la fuerza policial fue tan grande que el descontento se hizo sentir y hasta ahora no hay tregua: las movilizaciones siguen sin parar.
Ante la situación, Marito se dio cuenta que ya no le quedaban salvavidas y lanzó una luz de bengala en dirección a Honor Colorado, con tal de salvar su pellejo.
Ahora todo depende nuevamente de Horacio Cartes, más rehén que nunca, Marito está acorralado. Será muy difícil poder gobernar con decisiones que contenten a la gente y a su patrón, prácticamente imposible de cumplir. El mensaje de la ciudadanía es claro: quieren su salida y el de Cartes: haz lo que yo diga.