Las frecuentes huidas hacia adelante del Presidente Abdo
La expresión “y qué querés que haga” atribuida al Presidente Mario Abdo Benítez por un senador es conteste con otro desliz verbal de idéntico tono, cuando le contestó a un padre que reclamaba remedios en plena pandemia con un sonoro “moõ piko che aikuaapáta, yo no soy médico”. En ambos casos se trata de una huida hacia adelante, una forma infantil de desentenderse de los errores de gestión que se le achaca por doquier al Gobierno.
En una sociedad política medianamente avanzada, semejante sucesión de errores de expresión desencadenaría de inmediato un voto de desconfianza hacia el cargo de mayor responsabilidad en el manejo de la cosa pública. Un “no sé lo que pasa” y mucho menos, un “no sé que hacer” equivalen a la pérdida de investidura para ponerla en manos de quien sí sepa qué hacer.
Lo de Pedro Juan Caballero es un cuadro terminal que no admite escapes ni achiques. El Estado destina anualmente el 6% del presupuesto general de la Nación a organismos como Policía Nacional, Ministerio de Defensa, Ministerio del Interior y Secretaría Nacional de Inteligencia. US$ 750 millones anuales y 21.200 funcionarios son demasiados recursos enfocados en cuestiones de seguridad como para terminar en un cuadro en blanco con respuestas que no aparecen a interrogantes acuciantes en los que se juegan la vida y los bienes de las personas.
A menos de 15 meses de la asunción de un nuevo Gobierno, es triste comprobar que el país está en manos de alguien que parece caminar por la niebla, sobrepasado por los acontecimientos y siempre a la zaga con las soluciones que se esperan de una gestión presidencial.
Nada más contagioso que la incertidumbre. Nada provoca más desaliento que un Gobierno impotente ante los embates de la adversidad. Cuidado con eso. En las sociedades humanas, como en la naturaleza, el horror al vacío genera un impulso irrefrenable por llenar de alguna manera cualquier hueco emergente, como el vacío de poder. Y ese no es un clima propicio, o al menos razonablemente calmo, para la adopción de medidas de urgencia que reencaucen una gestión gubernativa.
La dirigencia política debe poner a un lado el electoralismo abyecto al que está entregada y abordar con madurez el grave momento por el que atraviesa la República.
Se lo demandan 7 millones de ciudadanos con un umbral de tolerancia a la politiquería cada vez más bajo.