Las cuestiones que tienen que ver con las licitaciones y las compras públicas han sido siempre objeto de desconfianza en otro país y con razón. Si no hay algún escándalo que salte a través de la prensa no hay ninguna forma de saber cómo alguien como Campos Cervera de Engineering, una empresa proveedora del Estado es capaz de dar todo aquello que ofrece el abanico de opciones de compras públicas. Gran parte de la hemorragia de corrupción del país pasa por allí, uno afirma de que se gasta mucho y mal en la contratación de empleados públicos, pero por ahí van sólo US$ 4.000 millones, en compra de bienes y servicios van US$ 6.000 millones. Un nivel de corrupción mucho más grande acontece en ese sitio, donde los márgenes en las compras son notablemente recompensantes para muchos de los delincuentes que tenemos en la administración pública. Hay que construir un sistema de contrataciones públicas que sea imposible de violar y para eso se necesita propuestas desde cada uno de los candidatos, la Dirección Nacional de Contrataciones Públicas, no ha resuelto el problema y hay mucha desconfianza acerca de quienes administran esta compra desde ese sitio. Si queremos cambiar la ecuación de la corrupción que nos vuelve tan pobres cada día, debemos hacer un cambio copernicano en la forma y organización de las compras públicas.
Debemos hacer un cambio
