Una de los debates que vengo siguiendo hace un buen tiempo es la de las batallas de generaciones que nos ponen en estadio de permanente conflicto de quién fue o es mejor. Lamentablemente perdemos mucho tiempo en caracterizaciones que no construyen un imaginario común para sacar al país o el mundo adelante. Que baby boomers vs millennials y en esto entran hasta las generaciones con las finales del abecedario donde se los etiquetan y estigmatizan, pero con características negativas y lamentablemente dejamos de lado lo bueno que tienen cada uno para elevar sus virtudes y enterrar sus defectos. Si seguimos apuntándonos con la mirada intolerante, no podremos nunca sentarnos a acordar los objetivos para convivir en armonía.
Muchos cambios hemos tenido desde el inicio de la pandemia, y ha traído al tapete las desigualdades en varios campos que ha reflejado como cada generación afronta desde lo económico, político y hasta lo cultural, cada uno como puede. Lo alarmante es el griterío en un cuarto de sordos, donde todos se acusan y nadie propone que de bueno tiene cada grupo y dejarnos de buscar un culpable.
Tantos estereotipos y prejuicios que en las permanentes acusaciones perdemos el maravilloso tiempo de sacarlo lo mejor de cada generación. En muchos casos desde la ignorancia o la mala fe, creo que el ejercicio de conocer lo bueno de cada uno nos ayudará a reconocernos capaces de salir adelante como habitantes de este planeta. Me imagino que no todos conocen todas las etiquetas, pero algunas características de todas ellas son: Los sabios de La Generación Silenciosa, los “perfectos” Baby Boomers, los “bisagra” de la Generación X, los tan criticados y perseguidos Millennials o Generación Y, los “esperanzadores” miembros de la Generación Z, que se anhela nos saquen de la caótica situación mundial que han heredado de las anteriores generaciones, aunque algunos de las generaciones anteriores, se empeñan a no asumir su culpa.
El tiempo es ahora, y de forma tajante, de dejar atrás las discusiones bizantinas, entiéndase aquellos debates que no se centran en lo verdaderamente acuciante e importante y se discuten temas intrascendentes, de ahí que empecemos un debate con propósitos, sin prejuicios y con la idea de valorarnos y no descalificarnos.
La idea de escribir estas líneas nació de esta frase que se las dejo para pensar… “El secreto del cambio es enfocar toda tu energía, no en la lucha contra lo viejo, sino en la construcción de lo nuevo” … Lo dijo Sócrates y definitivamente seguirá siendo el Gran Maestro.