martes, abril 16, 2024
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De nostalgias y realidades

Nací bajo una dictadura, como mi padre, mi abuelo, mi bisabuelo y mi tatarabuelo. Pero llevo 32 años viviendo en democracia sin haber entendido por qué la autocracia era la regla en el país, y no la excepción.

Los sistemas de gobierno liderados por una persona ya sabemos que no tienen buenos resultados por los abusos a los derechos humanos  que existen en manos de los administradores del poder.  

Estamos a dos años del cambio de gobierno en el país y es importante mejorar la calidad de la democracia para dejar de tener nostalgias autoritarias. Hay que  preparar la mente del elector  y  convencer que somos capaces de elegir mejor y no solo votar por inercia. 

Necesitamos gobiernos que planifiquen y actúen con honestidad y eficacia. Los casos de la pandemia y el conflicto con camioneros  son pruebas para un gobierno que tiene demasiado de la genética autoritaria y no la capacidad que se reclama de los demócratas. 

De la dictadura stronista no se esperaba nada más que la rígida mano dura de un ignorante que en 35 años de “gobierno” no hizo más que hundir la política y destruir su verdadera esencia   que  es la búsqueda del bien común.

Mejorar la democracia
Las dictaduras son más malas independientemente sean de derecha o izquierda. Pinochet y Castro son ejemplos nefastos por su característica autoritaria. 

Varios países  latinoamericanos de izquierda  prometieron  a los electores cosas que no cumplieron cómo es el caso de Venezuela o Nicaragua. No sirvió por la floja rigidez que tienen las ideas que levantaron  y su incompatibilidad con la incapacidad cultural, de actitud social y política de todos para dar sentido al poder del pueblo. Para eso hay que elevar la capacidad educativa de los electores. 

Requerimos instituciones que funcionen y que se controlen mutuamente como lo sugirió hace muchos años el  francés Charles-Louis de Secondat el Barón de Montesquieu que deseaba que  los 3 poderes del Estado se controlen mutuamente. 

Mejorar la democracia con más libertad y educación que enseñe su valor es lo que requerimos. No es bueno que ni la izquierda ni la derecha reivindiquen soluciones autoritarias que reflejan el fracaso de gestionar gobiernos eficaces en favor de la gente. La democracia se debe imponer sobre la calidad de gestión y la honestidad. Es difícil sostener que ella es mejor que la dictadura cuando anualmente según el BID se roban 1.600 millones de dólares en “malgasto”. 

Entre vivir en la inseguridad de la democracia y ser robado a cielo abierto, muchos prefieren entregar su libertad a un tirano a cambio de algo de seguridad y de previsibilidad y eso es muy malo.

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