Lo que va de Qué será, será… al inmortal Let it be.
Por Cristian Nielsen
Imagino que muchos coetáneos bitlemaníacos querrán asesinarme sólo al leer el título. Es que la frase me saltó de golpe a la mente y fue tan clara que no pude eludir la invitación a escribirla y luego hacer las correcciones de forma y fondo correspondientes acomodando, como quien dice, las calabazas por el camino.
En mi descargo diré que Doris Day, nacida Doris Mary Ann Kappelhoff en Cincinnati, EE.UU., empezó a sonar en mis oídos cuando tenía unos 11 años, en 1956. Yo vivía en un pueblo del sudoeste de la provincia de Buenos Aires. Eran tiempos en que las novedades musicales tardaban en llegar y los medios para escucharlas, muy reducidos: la radio, que por entonces desbordaba de tango y folklore, y los discos, “tocados” en aparatos muy básicos que tenían unos pocos privilegiados.
En cambio, cuando Lennon y McCartney empezaron a atronar el espacio con su electrizante rock-pop, y sobre todo, cuando estrenaron Let it be, yo ya vivía en el Paraguay. Empezaban los ’70 con todos los revulsivos sociales, culturales y políticos al mango, en especial, los generados por el mayo francés del 68, las refriegas entre policías y estudiantes en el zócalo mexicano de ese mismo año y el cordobazo de 1969 que cambió para siempre la política en la Argentina.
Eran dos mundos muy diferentes, tanto como puede uno imaginarlos.
¡HEY, HONEY! – Aclaro que esta no es una propuesta sociológica. No me alcanza el curriculum para eso. Simplemente sobrevuelo aquellos años ’50 que fueron, tal vez, los más edulcorados del cine y de la música norteamericanas que nos llegaban, con retraso, pero llegaban.
Fue el tiempo de las películas “históricas”, con un caricaturesco Moisés protagonizado por el hierático Charlton Heston. O del sobreactuado Richard Burton en El manto sagrado. Hollywood perpetró incluso el crimen de convertir en un mal actor a Anthony Queen en Barrabás e incluso en esa soporífera saga llamada Lawrence de Arabia junto a otro genio malversado, Peter O’Toole.
En medio de todo eso, aparece Doris Day, una correcta y asexuada señora de clase media norteamericana que canta “Qué será, será” en la película de Alfred Hitchcok “El hombre que sabía demasiado”.
“La señora” protagonizó toda clase de comedias livianas y pasatiempos musicales como “El túnel del amor” por ejemplo, que matrizó otro éxito musical de aquellos días. Todas estas producciones desbordaban en pantallas empalagosas, casas futuristas y autos descomunales abundantes en colas en forma de cohete espacial.
Ese mundo edulcorado no era producto de la casualidad. Sobre él planeaba la siniestra Comisión de Asuntos Antiamericanos de Joseph McCarthy, que veía comunistas bajo las alfombras y que sacó de los circuitos de producción de Hollywood a los mejores talentos de la industria. No hay que ir muy lejos para conocerlos: Bertolt Brecht, Charles Chaplin, Aaron Copland, Frank Capra, Lee Grant…
Quitados de escena los colores fuertes, intensos, contrastantes, ¿qué quedaba? El rosa pálido, el verde musgo y los volados pastel que vestía la señora Day.
LA FRAGILIDAD DE LA PAZ – Los ’60 entraron con todo. De pronto supimos que el mundo podía volar en pedazos en diez segundos durante la crisis de los misiles de 1962. Con la guerra de VietNam aprendimos lo que son los conflictos “de baja intensidad”: muchos muertos pero allá lejos. De todas maneras, los rockeros más célebres se encargaron de acercar el drama con su música. Bob Dylan fue el pionero, con Masters of war, a quienes apostrofaba: “Y espero que mueras… Y que tu muerte llegue pronto… Seguiré tu ataúd… Por la pálida tarde”. Claro que al primer señor de la guerra caída lo precedió un fantasmal cortejo de 80.000 jóvenes caídos en las selvas de la antigua Indochina.
John Lennon, tocado por el drama, produjo su Give peace a chance (dale una oportunidad a la paz) que no tardaría en adquirir el estatus de himno de la paz y coreado en multitudinarios recitales.
Entonces, solo entonces, llegó Let it be.
MOTHER MARY – Paul McCartney cuenta que durante las sesiones de grabación de su álbum Get Back (Volver), se le apareció su madre, a quien había perdido a los 14 años. “Me encantó volver a conversar con mi madre” cuenta Paul. Ella lo confortó, ante las angustias y los dilemas que enfrentaba el chico. “Todo va a estar bien, déjalo ser” (Everything will be fine, let it be) le dijo ella.
De allí nació:
When I find myself in times of trouble,
mother Mary comes to me,
speaking words of wisdom,
let it be… let it be.
Con el paso de los años, y cuando las cosas se le empiezan a mezclar a uno en el disco duro de los recuerdos, algo me hizo click y me empezó a sonar aquella cancioncita de “la señora”:
When I was just a little girl
I asked my mother, what will I be
will I be pretty
will I be rich
here’s what she said to me
Que sera, sera
whatever will be, will be
the future’s not ours to see
que sera, será…
Que será será se estrenó en 1956. Let it be, en 1970.
Nada del otro mundo. Apenas coincidencias que a veces te hacen ruido y te obligan a re andar un largo camino lleno de sensaciones y experiencias.
Nada más que la vida.
Y perdón por la herejía, si la hubo…