En Paraguay tenemos una práctica, diría hasta de conjuro, de pensar, hablar y criticar al otro por deporte nacional. Pasa entre colegas, amigos y hasta en la propia familia. El menospreciar al otro es una actividad deportiva que se trae desde la familia y luego se traslada a otros ámbitos de la sociedad. Por ampliación de estos pequeños micro círculos, no se queda atrás la cosa pública, donde todo está mal y no es tan así. He aquí donde seguro me van a decir que me vendí.
Me parece que es tiempo de empezar a madurar en ciertos criterios de opinión, como individuos que convivimos en una sociedad y esto a su vez, si siempre estamos diciendo que todo está mal, genera una dinámica mental de que todo es un fracaso. El problema es que como sociedad vivimos tiempos de la inmediatez y el construir políticas públicas no es como llamar a un número y pedir que en 20 minutos te traigan una pizza. Lleva su tiempo y depende de la voluntad política que pueda acelerar los procesos o tardar más de la cuenta. Aparte luego que tenemos un estado “carreta”, queremos que funcione como un cero kilómetro y lastimosamente no es tan así, pero no por eso no se están teniendo logros.
Por ejemplo, el año pasado, se concluyeron casi 4.000 nuevas viviendas y cuenta con 5.401 en ejecución, sumando un total de casi 10.000 soluciones habitacionales, generando más de 75 mil puestos de trabajo en forma directa en todo el país. O por otro lado fueron asfaltados 1.414 kilómetros en varias localidades del país y el mantenimiento de otros 1.880 kilómetros de asfaltado con una inversión de que ronda los 1.133 millones de dólares. Anunció que se sumarán a estos trabajos los 3.500 metros lineales de puentes de hormigón armado y de metal a esta altura ya licitados.
Es tiempo de mirar las cosas sin romanticismo, pero con la posición justa y racional de que las cosas sí se están haciendo y que en democracia se ha avanzado, tal vez no lo suficiente, pero se han logrado cosas que nos lleva a ser un país estratégico y que el mundo si nos está mirando.
Dejemos de “ningunearnos” y empecemos a mirarnos como una comunidad capaz de sacar adelante el país. No nos gusta que nos manden, entonces es hora de empezar a comprometernos en ser constructores de ese Paraguay del que trabaja y no critica tanto. Al final de cuentas, también depende de nosotros si controlamos o no.