La actual jerarquía de Itaipú Paraguay no debe enojarse porque desconfiemos de lo que dicen o hacen en sus dominios. Desde 1973, año de la firma del tatado con Brasil para construir la obra, Itaipú ha sido sinónimo de arreglos, maniobras, ubicación de recomendados y participación en negocios de alto perfil y volumen por parte de la clase política y empresarial. Son dos generaciones que han crecido y se han desarrollado al calor de toda la dinámica producida a partir del primer movimiento de tierras destinado a recibir la monumental instalación generadora hasta el nombramiento del penútimo consejero de la administración binacional. Muchas empresas y enormes fortunas surgieron de este verdadero torbellino de capitales puestos en marcha hasta concretar el rodaje de la primera unidad generadora hace ya 40 años. Las siguientes continuaron hasta que en 2007 empezó a operar la ultima de las 20 turbinas, etapa que dio lugar a una verdadera cascada de obras y equipamientos que completaron el complejo hidroeléctrico hasta no hace mucho orgullosamene autonombrado el mayor del mundo.
Pero lo que podríamos calificar de festival de adjudicaciones se ha estado dando, desde siempre, en dos renglones: los programas sociales y los nombramientos, un verdadero menú a la carta para políticos de insaciable voracidad.
Bajo el rubro de responsabilidad socioambiental emergieron programas tales como seguridad alimentaria, asistencia a comunidades campesinas e indígenas y conceptos similares. En este esquema, unas 120 organizaciones sin fines de lucro recibien en cada ejercicio fiscal unos Gs. 40.000 millones de los programas sociales que, en total, vuelcan en el mercado unos US$ 85 millones cada año. A la Contraloría General de la República le ha sido hasta ahora imposible auditar este movimiento de fondos ya que está pendiente de resolución un recurso de inconstitucionalidad radicado por Itaipú ante la Corte Suprema. Igual criterio se aplica en Brasil en donde el Tribunal de Cuentas (equivalente a la CGR Paraguay) tampoco admite dicha auditoría.
Y en cuanto a los nombramientos administrativos, los archivos pueden mostrar verdaderas legiones de consejeros la mayoría de los cuales no podría siquiera regentear un carrito panchero dada su condición de enchufados del poder político de turno además de su flagrante inepcia para el cargo.
¿Tanto hay para esconder bajo el generoso paraguas de soberanía nacional desplegado en ambas márgenes?
Señores jerarcas de Itaipú, no protesten si el ciudadano los pilla infraganti haciendo vito con la plata de la binacional colocando hijos y entenados en cargos de 15, 20 y hasta 60 millones de guaraníes. Estas historias las maneja todo el mundo. Dejen de tomarnos el pelo.