Por Benjamín Fernández Bogado
El ámbito internacional y de las relaciones entre países se tiende a un aislamiento mucho mayor. Lo que ya se veía venir, la crisis de la globalización, se ha conformado como una verdad profunda en estos meses. No sólo que ya no importa tanto la integración sino que se desconfía profundamente de los acuerdos integradores que se firman a nivel mundial, del Mercosur hasta la Unión Europea pasando por el bloque del Pacífico, o el proyecto integrador de nafta entre los tres países de norteamérica.
En concreto lo que habría que repensar es cómo plantear el mundo de las relaciones internacionales a partir de cuestiones concretas que no acaben simplemente en inflar el costo de la burocracia y el enojo de la ciudadanía quién los financia y que acaban por sacar a su país del de la Unión Europea, como el caso de los británicos en el Brexit.
Es la hora también de plantear por completo tres organizaciones internacionales surgidas después de la Segunda Guerra Mundial y que ahora se encuentran en una profunda crisis. Hay que completamente reestructurar el formato que han tenido las mismas para tratar de reconstruir un mundo acosado por el hambre, por la marginación, por la inequidad, después de la guerra que acabó en 1945. Han pasado una buena cantidad de años es el tiempo de repensar estas organizaciones y evitar el alto costo burocrático que supone mantenerlas.