La cantidad de mecanismos de controles que han sido implementados en el país desde la era democrática no han significado una contención de la corrupción.
En general se sabe de ella cuando ya hizo el daño correspondiente, y cuándo tendría que hacer -la contraloría- la tarea llega tarde, a destiempo o -sencillamente- dice que salió de su ámbito y ahora ya no puede continuar la investigación, como pasa con el tema de los radares comprados por la DINAC que un valor cercano US$ 8 millones para Concepción y que no sirven para nada.
Además de no haber completado los requerimientos por lo cuales se adquirió el mismo, en términos de cobertura, estos malditos radares nos demuestran que la maldita corrupción sigue muy vigente entre nosotros, y que cuando tiene que investigarse llegamos muy tarde en muchos casos, agravando la situación económica de un país pobre que tiene que conformarse con afirmar que la corrupción es parte natural del etos paraguayo.