Por Benjamín Fernández Bogado
Cuando uno observa los informes internacionales en términos de justicia, reafirmando lo que ya sabemos, siempre hay dos tendencias. Una que condena a estas organizaciones de transparencia internacional hasta The Heritage Foundation, que han encontrado algo que todos lo sabemos acá. Finalmente muchos de estos informes se basan en tomas de encuestas de sondeos a los paraguayos acerca de cómo percibimos nuestra justicia. Nos debería molestar más lo que pensamos nosotros de nuestras instituciones y no cuando vienen y provienen de afuera, que en ese caso, sólo llegan a confirmar lo que nosotros pensamos en términos del alto nivel de percepción de corrupción que cita en el país. Esto es lo que mide anualmente Transparencia Internacional, una organización basada en Berlín y The Heritage Foundation que ahora dice de que el principal freno para el desarrollo del Paraguay es la mala calidad de la justicia o la alta impunidad de la que gozan aquellos que cometen hechos delictivos, y más cuando vemos en circunstancias como las actuales en que se han dado hechos graves en términos de afectar la vida de las personas y no ha habido sanción.
Al contrario, el propio Secretario Nacional Anticorrupción se encarga de mostrar la cara y de sacar las castañas del fuego cuando le toca a uno de ellos, cuando se trata también de ver el grado de cumplimiento de las normas en el Paraguay. Un decreto había dicho que nadie en el ejecutivo ganaría más que él, G. 37.000.000 mensuales. Sin embargo, el Secretario Nacional Anticorrupción, el exfiscal René Fernández, gana G. 50.000.000.
Si la corrupción es dejar de hacer, dejar de cumplir la norma —aparte de robar— hay muchos casos evidentes dentro de la propia estructura administrativa. No nos debemos quejar tanto de lo que diga la gente de afuera de nosotros cuando frente a nuestros ojos y a cielo descubierto, los hechos de corrupción existen y no tienen ninguna sanción.