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Corrupción e ineptitud

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¿Qué fracasó? ¿El funcionario, el sistema o el procedimiento? Esta pregunta parece estar destinada a no tener contestación en el Paraguay. Cada vez que algo sale mal, alguien termina saliendo a empujones, ya sea por propia iniciativa o por el sumarísimo procedimiento de la destitución.

Se atribuye a Einstein aquello de “no podemos esperar resultados diferentes si seguimos haciendo siempre lo mismo”. La historia del preso que se escapa de la furgoneta de la institución penitenciaria cuando es llevado al juzgado es un clásico. A veces lo hacen mientras esperan entrar al despacho judicial cuando, alegando una urgencia orgánica, se escurren por algún ventanuco del servicio higiénico. La abrumadora mayoría de estas fugas carecen de glamur por tratarse de motochorros, tortoleros o cacos de poca monta. En cambio, cuando un pesado del crimen organizado es rescatado a sangre y fuego, la cosa cambia. Las tapas de los diarios caen como lápidas sobre los torpes servidores públicos (¿torpes?) envueltos en el escándalo, como ocurre ahora. El sistema está descosido por todos lados pero sólo salta a la vista cuando se les va de entre las manos algún pez gordo, no un ladrón de gallinas que no mueve el amperímetro de las redes sociales. El Presidente de la República reaccionó en forma refleja, echando gente sin más. Así, nunca sabrá cuán involucrados pudieron estar, por acción u omisión, los ahora cesantes en Justicia y Policía Nacional. Lo prudente hubiera sido mantenerlos en el cargo, férreamente anclados a un interventor, con la obligación de investigar a fondo toda la malla, identificar cómplices y procedimientos. Exponer a la luz, en suma, toda la podredumbre que sabían existía y que nada hicieron para remediar. Cuando todo estuvo aclarado y probado, les llegaría la hora del sumario administrativo para despejar responsabilidades. Pero así, aceptando “renuncias” o emitiendo edulcoradas destituciones, es casi como otorgarles un dorado y tranquilo retiro gracias a los beneficios de la ley de la función pública.

Sólo hay algo peor que un funcionario público corrupto, y es uno inepto. Poner al frente del sistema penitenciario a cualquiera de esas dos especies es como activar un campo minado. Cuando menos lo esperemos nos hará saltar por el aire. Ya sucedió. ¿Qué sigue ahora, sentarse a esperar el próximo estallido?

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.
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