Esta será una de las palabras más vistas y escuchadas por televidentes, lectores y oyentes no solo del Paraguay si no en países en los que no se toma en serio ni con respeto la administración de la cosa pública. El ciudadano es sujeto de abusos de gente mala, licenciosa, descompuesta y otros adjetivos negros que forman parte de los sinónimos de la palabra corrupto.
Lo que espera ver y recibir el ciudadano de las “autoridades” es un servicio desprovisto de corrupción. Lamentablemente, continuamos arrastrando los mismos vicios desde hace años con una impunidad rampante. Eso significa que si lo haces nadie te sanciona. Lo que nos pasa es cómo un cáncer que destruye los organismos de un país o la forma de pensar y actuar correcta que se espera de toda autoridad pública.
El tiempo no tiene consideración, paciencia ni tolerancia por nada o nadie. El fin del 2021 se acerca al cierre de sus ventanas y apertura de las del 2022, donde ya no debemos continuar en la actitud inútil de esperar para ver resultados sino integrarnos y actuar más en conjunto para lograr que la corrupción y otros errores humanos no se hagan realidad. Esto debe de dejar de ser una forma de vida que destruye antes de construir nada.
En días sino horas más estaremos todos festejando el cierre de un año y la apertura de otro que debe ser desde el principio y por 365 días que trae consigo un compromiso nuevo para el país y para nosotros mismos. Debemos hacer que las penas jurídicas que existen para la gente que es identificada de corrupción sufra sus consecuencias. El daño que nos hacemos por corromper normas y límites que habíamos jurado no hacerlo una vez firmado el contrato de trabajo es inmenso y costoso.
Protegernos entre todos.
Uno que también en el 2021 fue deshecho por lo que significó existir o intentar vivir en una pandemia que puesta en comparación con la corrupción, destruyó literalmente vidas, empleos y comunidades sociales en el mismo tiempo.
Por todo esto y más debemos tener clara la idea de las funciones de cada uno en el trabajo que nos debemos para todos administrando bien el poder sin aroma de corrupción. Uno que solo cambia si cambiamos nuestra forma de ser y hacer en nuestro día a día en el que es todo lo que tenemos para ser el antónimo de corruptos para nuestro bien y el de nuestro entorno.
Este 2021 ha dejado hechos de corrupción reiterados en el país y por eso ser corrupto no solo debe estar mal para la justicia sino también para la propia comunidad. Ese chantaje social. Debemos diseminar y desarrollar ideas para el bien de todos, sancionando sin miedo lo que identificamos cómo mal hecho sin celebrar aquello que huele y se siente mal. La consigna debe ser destruir las células cancerosas de la corrupción que nos lleva a la muerte de instituciones y por ende sistemas políticos donde perdemos lo más valioso de la vida que fue conquistado y mal mantenido hasta ahora: la democracia y su fin la libertad.