Jean de La Fontaine fue un fabulista francés y uno de los poetas más leídos del siglo XVII. Es conocido sobre todo por sus trabajos, que sirvieron de modelo para fabulistas posteriores de toda Europa y numerosas versiones alternativas en Francia, así como en las lenguas regionales francesas.
Un equipo de físicos de París interesados en la dinámica de los ecosistemas acaba de demostrar que “muy a menudo necesitamos a alguien más pequeño que nosotros”. Un estudio que anima a Wiebke Drenckhan y Jean Farago a reflexionar, en su Carta blanca al “Mundo”, sobre la pluralidad de nuestras sociedades.
La Fontaine, ese fabulista francés desarrolló muchas historias cómo las de “la encina y la caña”, “los zánganos y las abejas”, “el niño y el maestro de escuela”, “el lobo y el perro”.
La fábula es un breve relato ficticio, en prosa o verso, con intención didáctica o crítica frecuentemente manifestada en una moraleja final, y en el que pueden intervenir personas, animales y otros seres animados o inanimados.
Entre estas fábulas muy conocidas está la del “León y la Rata”, que afirma que la cooperación entre animales muy diferentes puede cambiar un destino que promete ser desastroso. Sin embargo, en un artículo muy reciente , un equipo de físicos de París interesados en la dinámica de los ecosistemas acaba de demostrar de manera irrefutable este importante resultado: La Fontaine tenía razón: ” muy a menudo necesitamos a alguien más pequeño que nosotros” para hacer posible el desarrollo o término de cualquier plan que tengamos.
Mucho por aprender
La fábula El león y el ratón cuenta la historia de un león y un ratón que construyen una amistad improbable. La fábula enseña a los niños que todos son necesarios y pueden colaborar con los demás, independientemente de su tamaño. También enseña que no se debe despreciar la capacidad ni las promesas de los demás, por más pequeñas que sean.
Este relato tiene un peso importante en el descubrimiento hecho por el equipo de físicos francés, que estudiaron un conjunto de ecuaciones que modelan las características principales de un sistema ecológico complejo. Su modelo supone la existencia de un gran número de especies que interactúan y se benefician de un recurso alimentario local (una planta, por ejemplo). Estas interacciones se dividen en tres clases principales: pueden ser competitivas (dos especies compiten por un recurso alimentario, por ejemplo), depredadoras (una especie presa sirve como recurso para otra) o cooperativas (el florecimiento de una favorece al de la otra y viceversa).
La naturaleza nos muestra la importancia de cooperar para durar y prevalecer así cómo lo hacen los equipos de fútbol que terminan ganando títulos y fanáticos ya no solo en un país o ciudad especifico sino hoy día en todo el planeta. Uno que debe tomar descubrimientos cómo estos cómo referencias para proyectos que precisen la formación de equipos para trabajar, estudiar o tener una familia.