El ser periodista no solo implica conocer bien cómo, a quién y lo que va a comunicar pero hoy en día y en varios países del mundo también es un desafío de vida y salud porque de nuevo las cifras hablan por sí solas en tierras donde el oficio de hacer periodismo continúa siendo la entrada y una plataforma de peligros constantes cómo en México. El país más peligroso para ejercer el oficio. Se da en un lugar donde no todo siempre suena bien, hay atractivas ofertas gastronómicas cómo espacios y estructuras arquitectónicas sino cómo lo planteado por el yin yang, existe un lado negro o malo que equilibra lo bueno o blanco. Las muertes de periodistas son parte del lado oscuro de México.
También en ese país se dan serios hechos de muerte de periodistas por haber publicado realidades y verdades de fuerzas del mal que así marcan su lugar cómo lo harían animales que protegen su espacio. Ahora dos asesinados en México son los últimos de una implacable matanza de periodistas asesinados a tiros por asesinos no identificados, elevando el número de muertos en 2022 a 11 en lo que es el país más mortífero para los profesionales de los medios fuera de una zona de guerra.
El elegir estudiar y trabajar en el poner en común o comunicar ideas, noticias implica mucha responsabilidad coraje y valentía no solo en países cómo México que resalta cómo territorio de mucha exposición a gente y situaciones peligrosas sino hoy día en un planeta donde los riesgos a la vida cubriendo guerras, narcotráfico o corrupción han puesto las cifras de fallecidos por los cielos.
Ejercicio complicado
La red internacional y lo que su oferta de comunicación amplia al planeta una noticia y lo que esta pueda contener haciendo riesgoso también ser periodista o trabajar en el oficio de que se dedica a recoger y transmitir noticias en intervalos regulares de tiempo sobre temas espinosos. . Uno que puede continuar con normalidad para aquella persona que se compromete en transmitir bien los hechos que lograrían alcanzar cambios en círculos importantes de control social, político o financiero si sus agentes informativos tuviesen la protección del Estado. La ciudadanía, exige además presentar contenidos más cortos y obsesionados por la rapidez que hemos dejado pasar la fuerza y efectividad del periodismo lento.
Ese que quedó atrás por haber perdido esos espectadores que se tomaba el tiempo de leer, escuchar u observar trabajos que aunque sean considerados “largos”. Queda tomarse un tiempo para absorber dichos productos que vivir rápidos atropellos de los personajes de la noticia que por no estar de acuerdo con lo expuesto toman decisiones drásticas de terminar no con su delictiva acción sino con la vida del comunicador que tuvo el coraje de hacer común una verdad que oculta no serviría para proteger a la audiencia.
El periodismo en cambio fuerza más coraje, compromiso, protección y tiempo que los que vivimos en la actualidad y que en el caso de México se ha convertido en una provocación al crimen y la desesperanza.