Definitivamente dos errores no hacen una buena acción y en perfecta aplicación de los principios empíricos de Murphy, Colombia es un ejemplo muy reciente. Resulta que el Presidente Duque en su empeño por detener la propagación del virus chino, al igual que la mayoría de los mandatarios de la región Vizcarra en Perú y Fernández en Argentina, insiste con cuarentena y restricciones de las libertades básicas.
Consecuencia, un par de Policías de Bogotá en franco abuso de su autoridad y de la fuerza, infelizmente torturaron y provocaron la muerte con las pistolas eléctricas paralizantes al Abogado Javier Ordóñez, cuyo delito cometido fue simplemente tomarse un par de cervezas a comienzos de la noche con sus amigos en el barrio.
Este crimen perpetrado por un par de Policías bogotanos, fue justamente la chispa o una suerte de causus beli para que una sociedad altamente infiltrada por el Ejército de Liberación Nacional (ELN) como por los supuestos “disidentes” de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) reactivaron sus manifestaciones destructivas como en noviembre del año pasado. La pausa del COVID-19 terminó la semana pasada cuando volvieron con toda furia sobre todo en Bogotá, Medellín y Cali, al mejor estilo del BlackLivesMatter, una similitud nada casual y que confirma la conexión de éstas con la organización desestabilizadora regional como el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla.
La verdadera causa del odio anti-Duque por parte de los jóvenes militantes “incautos” se encuentra en que Duque justamente reinició las fumigaciones de los cultivos ilícitos como en los viejos tiempos de Álvaro Uribe, de manera que el verdadero motor es el negocio de la coca, más el nefasto Petro con su Colombia Humana, quien sigue la desestabilización insistiendo que le “robaron las elecciones”.
Para el Historiador colombiano Dr. Carlos Murgueito la estrategia es “provocara Duque para que no le quede otro recurso que gobernar por medio de Decretos y a través de toques de queda. Así lo asocian con “dictadura” y justifican la guerra”, al parecer el laxo y un tanto desprevenido Duque está cayendo en la trampa.
Lo cierto del caso, es que, NO FUE LA FUERZA PÚBLICA NI LA POLICIA EN GENERAL quien asesinó a Ordóñez, sino dos miembros de ésta. De tal manera que la gran maravilla del sistema democrático, consiste en activar los mecanismos civiles, civilistas y pacíficos para que se determine la verdad, sean sometidos a la justicia, un tribunal le juzgará y hará pagar penalmente a los actores del lamentable hecho. No es quemando las ciudades, ni patrimonio público o privado que se hace justicia a estos policías abusivos, pero para los izquierdistas radicales es la oportunidad perfecta para avanzar en sus objetivos políticos: la desestabilización y la conquista del poder.