Las barreras físicas la hacen inviable para discapacitados
Si a alguien se le ocurriera confeccionar un catálogo de barreras para personas con discapacidad física, motora principalmente, Asunción ofrece ejemplos negativos suficientes para llenar varios tomos con toda clase de ilustraciones. Basta una simple caminata para encontrar obstáculos insalvables aún para personas con plena capacidad física. Su existencia es una combinación de torpeza, falta de supervisión o simple ignorancia de quienes construyen o instalan cosas. Por otro lado, algunos casos, evidencian una grosera falta de respeto hacia el semejante con limitantes físicos. Veamos algunos ejemplos.
En la intersección de Bruno Guggiari y Eusebio Ayala, la rampa para discapacitados en sillas de ruedas quedó anulada por un estacionamiento de vehículos en batería a lo largo de la vereda de un banco. En otra avenida, un conjunto de condominios se apropió de la vereda para construir sobre ella rampas de acceso… para vehículos, con muretes transversales de hasta 40 centímetros de altura y lomos de burro para evitar que el agua de lluvia entre a los departamentos. Sobre General Santos, una playa de venta de automotores instaló plataformas a caballo entre la vereda y la calzada para exhibir allí sus productos. Muchas rampas para discapacitados construidas en cruces de la avenida Brasilia están bloqueadas por columnas de la ANDE o de COPACO. El uso irrestricto de las aceras por parte de comerciantes instalados con puestos de comida, artículos de almacén, electrónica, ropa, accesorios para autos, puestos de frutas y verduras hace absolutamente imposible que personas en sillas de ruedas o que se desplazan con ayuda de muletas puedan transitar libremente.
Este horror se repite por todos lados y deja expuesto al municipio en su intolerable falta de consideración hacia el peatón, con énfasis en la minusvalidez.
Podríamos decir, sin temor a equivocarnos demasiado, que una administración municipal puede juzgarse por la forma como trata a los discapacitados. Asunción se lleva el primer premio en este capítulo bochornoso. El concepto de inclusividad es completamente desconocido por quienes deben velar por los derechos de las personas con dificultades motoras. Ha emitido ordenanzas que dan prioridad para estacionamiento, acceso a edificios y desplazamiento de minusválidos físicos.
Todo letra muerta, una afrenta intolerable a la dignidad humana.