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Choque de ambiciones y generaciones

En el tiempo y lugar que nos toque existir nunca existen similitudes sino diferencias entre las personas de una generación con otra, que sirven al compararlas para entender el porqué o para qué han hecho algo para lograr salir de un problema al que alguna condición climática, económica o política les haya presentado en su tiempo.

Es claro solo al hablar con nuestros padres, abuelos o personas mayores de nuestros entornos sociales, que lo de hoy no es nada parecido al de ayer, nuestra forma de vestirnos, comunicarnos, los canales, el vocabulario y hasta lo que y cómo comemos ha cambiado y quizá influya a las conclusiones de algunos pensadores en el mundo acerca de cómo somos los millennials o gente de otras generaciones cercanas a la mencionada. Claramente no  es perfecta cómo no son o lo han sido o serán las que se preparan para surgir. 

El filósofo alemán  de origen coreano Byung-Chul Han tiene una famosa obra titulada “la sociedad del cansancio” del 2010, donde reflexiona sobre nuestra sociedad moderna y cómo nos han convencido de que debemos alcanzar nuestros objetivos y que no hay lugar para el fracaso. Han cree que en nuestra sociedad, las personas creen vivir en libertad, pero se limitan a sí mismas. Él compara al hombre moderno con el Prometeo cansado, un ser agotado que está constantemente devorado por su propio ego, y cuya libertad es una condena de autoexplotación. 

Todo eso no es algo que hable bien de las generaciones de personas más recientes. Una columnista española escribió que las nuevas generaciones no lo soportan y en promedio cada 2 años salen disparados a buscar “vientos nuevos”, oportunidades diferentes. No tienen la vieja mentalidad de obedecer. Son puntos que debemos tener en cuenta para ir ajustando detalles de nuestra forma de pensar y operar lo que tengamos que hacer con quien sea.

Muestras claras de agotamiento

También escribe que siguiendo con el tema de “por qué enfermamos”, Byung-Chul Han, ha escrito unas reflexiones sobre la sociedad de hoy y los excesos a los que se ha llegado en la búsqueda de la felicidad. Pero estamos agotados, la enfermedad es el lenguaje de la insatisfacción. “El exceso de positividad nos está conduciendo a una sociedad llena de individuos agotados, frustrados y deprimidos. En ese mismo escenario víctima y verdugo son la misma cosa.

Destaca que el burnout (enfermedad laboral) está directamente relacionado con la sociedad del rendimiento. Es también conocido como síndrome de agotamiento profesional. Hay que rendir a cualquier precio y las exigencias personales son excesivas. “Puedo más”, me digo, mientras la empresa te dice “puedes más”. Vivimos atrapados en ese dilema.

Las conocidas revoluciones que marcaron una referencia en la forma de ser empleado y empleador cómo la revolución industrial (1760) nos sirven para comparar nuestros tiempos y condiciones económicas y climáticas, estado de nuestros recursos humanos y materiales que debemos tener en cuenta para emprender una empresa o proyecto financiero, político o lo que suponga la participación del ser humano que traeremos con nosotros no solo cualidades singulares sino colectivas de acuerdo a la generación que seamos.

Se apunta que  entre más capaz y eficiente seas, mayores serán los niveles de obligación. Algo de lo que no se equivoca porque ahora ya se habla del empleado polifacético, multifunción o capaz de cubrir varios ángulos y este se vuelve en una referencia en la empresa u organización donde trabaje para sus compañeros o aspirantes al empleo que esté abierto para ocuparse. La sociedad del Siglo XXI ya no es disciplinaria, sino una sociedad de rendimiento con graves consecuencias aún no evaluadas en toda su dimensión.

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