Comentario 3×3
El año escolar paraguayo se ha perdido y comienza a plantearse qué es lo que debe hacerse el próximo año. No hay una idea clara durante todo este tiempo que hubiera sido ideal para adelantar cuestiones pendientes en términos educativos.
Hubiéramos terminado de discutir y afinar lo que significa el nuevo plan curricular, el que termina por sepultar la llamada reforma educativa, que ha sido un gran fiasco y que no ha significado una mejor calidad de la educación paraguaya, no se hizo dicha tarea a pesar de que se sabía de su urgencia.
Tampoco se aprovechó para construir las escuelas y reparar aquellas que necesiten dicha atención. Nada de eso se planteó en los términos que hubiera sido importante llevar adelante. No tenemos una política que mire la cuestión educativa en términos de infraestructura física, ni tampoco como contenido, y lo que hemos tenido en el año 2020, un año aciago en todos los campos, es aún más catastrófico en términos educativos.
Nos va a llevar mucho más tiempo de lo que habíamos pensado que recuperar la educación fuera la gran tarea para el Paraguay después de este paso pandémico, en esta experiencia. Lo que se viene no es nada claro. No se sabe qué es lo que se tiene que hacer y es probable que sigamos cavando el foso de la muerte de la educación paraguaya en forma mucho más grave de la que veníamos padeciendo.
Tiempo desperdiciado. Tiempos inútiles. Tiempos que hubieran sido dados para la creatividad y para apuntalar las bases y el cimiento de nuestra educación, no sólo en términos de obras públicas en ese campo, sino también en el desarrollo de una malla curricular innovadora que nos permita entender los nuevos tiempos de la educación a nivel global.
