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Carta a las mujeres de mi vida

Esta carta es para decirte gracias. Por tu amor sin condiciones, tu cariño sin prejuicios, tus consejos repetidos y tus abrazos apretados, esos que me das en cada encuentro, acá o allá. Gracias por escuchar y guardar mis secretos más profundos, por cierto, gracias por contarme los tuyos como esos orgasmos fingidos y algunos amores prohibidos. 

Gracias por abrirme los ojos y hacerme entender que Él no me hacía bien, que era un mal tipo. Por hablarme de tu aborto sabiendo que de mi, jamás habría un juício, por confesarme que te gustan las mujeres y contarme de la enfermeda de tu madre esa que entristeció tu alma o de las veces que tuviste que decir si, cuando la respuesta era un no rotundo. Recuerdo perfecto aquel silencio juntas, cargado de furia, rabia y enojo. 

Gracias por ser bondadosa sin conocerme, hermana sin llevar la misma sangre y confesionario sin ser iglesia. Y es que nos contamos nuestros miedos, como el acoso de aquel jefe o el abuso de ese pariente al que tenías que ver la cara constantemente. Me siento privilegiada de que me dejaras contenerte, y acompañarte en esa decisión que cambió tu vida radicalmente. Gracias porque fui la primera a la que le contaste que estabas embarazada, lloramos juntas y te dije eso que tanto necesitabas escuchar. Gracias por contarme de la depresión que te aqueja y la crisis matrimonial, por aquel tampax que me regalaste en un baño público o la solidaridad que tuviste en el metro cuando me tocaron sin consentimiento alguno. Gracias a vos que compartiste conmigo tu creatividad desbordante y tu forma de pensar tan distinta a la mía, esa que es consecuencia de tu cultura y tu bagaje, tu religión, tu carga genética y educación. 

Hoy también, te quiero contar, que te hice caso y empecé a hacer más de eso que me gusta y menos de eso que no me deja tanto. Me cuesta un poco la disciplina y la rutina, esas dos variables que no se llevan con mi personalidad, pero que tanto bien me hacen. ¿Y mira donde te estoy escribiendo? Gracias por leer cada mensaje de whatsapp, blog o publicación en alguna red social. Gracias por creer en mí y por estimularme. Qué bien le haces a mi vida.

Hoy te escribo posterior a nuestro día, ese donde el mundo se detiene un ratito, mujeres marchan, otros nos rinde homenaje y pleitesía. Para unas horas después, fingir demencia y olvidar las promesas que tantas veces hemos leído y escuchado, pero que nomás no se materializan. Porque los titulares siguen mencionando desigualdades, abusos y desaparecidas. ¿Qué te digo querida mía? La siempre mencionada: injusticia. 

Hoy te escribo madre amada, abuela adorada, tía querida, jefa excepcional, prima hermana, amiga del alma y mujer extraña. No sé con exactitud cuando empecé a redactar esta carta pero siempre fuiste una de las destinatarias, porque ahí estuviste, en las buenas y en las malas, riendo a carcajadas o secándome las lágrimas. Juntas, siempre juntas. 

Y para irme despidiendo, solo quiero recordarte, que después de conjugar algunos verbos, ordenar palabras y acomodar el corazón, con mares, valles y kilómetros de distancia, esta carta es para decirte que acá, siempre voy a estar para vos.

Jessica Fernández Bogado
Jessica Fernández Bogado
De un país pequeñito llamado Paraguay, viviendo en un país enorme llamado México. Hablo mucho y escribo más. TW & IG: @Jessiquilla

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