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Carne artificial: ¿Vale la pena?

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Su producción gasta más energía eléctrica, multiplica la emisión de CO2 y demanda ingredientes cuya aceptación está aún en entredicho.

Estados Unidos acaba de darle carta de naturalidad al pollo fabricado en probeta a escala industrial. La presentación fue hecha oficialmente y sería muy difícil –hasta para el gourmet más experimentado- distinguir entre un pollo salido de una gallina y uno armado en laboratorio a partir de determinados componentes. Tal y cómo sucede con la carne bovina. Por lo tanto, el producto artificial debería llevar claramente una etiqueta que destaque su origen y no induzca a engaño al consumidor. No estamos asumiendo una actitud negacionista contra la carne artificial. Se trata de una  cuestión de lealtad comercial hacia quienes tienen derecho a saber qué se va a llevar a la boca cada día en su mesa familiar.

¿Qué dicen los organismos de vigilancia respecto a estas nuevas tendencias en materia de alimentación? Según el Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación (EUFIC), las metas perseguidas con la disminución forzada del hato ganadero y la producción de carne y pollo de laboratorio no están tan claras. “Aunque una reducción de la ganadería disminuiría las emisiones de metano que contribuyen al cambio climático –dice un informe citado por EUFIC-  la producción de carne de laboratorio podría generar niveles problemáticos de emisiones de CO2 a largo plazo”.

Este hallazgo está respaldado por un estudio de la Universidad de California Davis que estimó que el proceso produce entre 4 y 25 veces más dióxido de carbono que la carne de res normal. Ningún país fuera de Singapur ha autorizado la venta de carne cultivada, y mucho menos se han comprometido con inversiones importantes.

Otro estudio dirigido por Ricardo San Martn, doctor en biotecnología del Imperial College of Science and Technology en Londres, Reino Unido, enfatiza que “la narrativa que presentan estas organizaciones es muy fuerte y es posible que la financiación pública y privada para las empresas de carne cultivada se acabe si esas compañías no se miran en el espejo pronto y presentan pronósticos realistas a los inversores”.

Y finalmente están los componentes que contiene la carne artificial, en especial la de vaca. Veamos su ficha de nacimiento en laboratorio. ¿Qué ingredientes se mezclan en su fabricación? Proteínas de trigo y papa, aroma a base de leghomoglobina que se halla en la raíz de muchas plantas, textura y aspecto de carne picada añadiendo goma xantana, espesante procedente de la fermentación de konjac, una pasta saciante sin calorías consumida masivamente en la época de las grandes hambrunas asiáticas.

Por el momento, tanto la carne de vaca como de pollo de laboratorio es cara, de composición más que controvertida y no contribuye a bajar la emisión de CO2 ni a gastar menos energía eléctrica.

Demasiados peros para reemplazar la ganadería como fuente de nutrición tan antigua y efectiva como la Humanidad. ¿Vale la pena?

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.

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