No se sabe, desde el Gobierno, lo que hay que hacer con respecto a la compra de combustibles. Por un lado afirman que el mecanismo de hacer que la compra la haga Petropar es la manera de abaratar costos; pero inmediatamente responde Petropar -abriendo el paraguas- que no tengan tantas expectativas, que no habrá tanta rebaja como algunos presuponen.
Eso significa que no hay comunicación entre Petropar y el Estado, que se hace a la bartola, buscando aplacar la ira de algunos camioneros ocasionales que amenazan con cerrar bustos y puentes.
El Gobierno no sabe explicar a la ciudadanía lo que pasa, y no tiene una respuesta porque también se considera parte del problema no resuelto de la economía paraguaya.
El Estado, administrador del país con US$ 14.000 millones de presupuesto, roba US$ 2.000 millones por año y esta hemorragia finalmente tiene que ver con todo lo que padecemos y los costos que eso supone, como el pago de empréstitos para seguir pagando otros empréstitos, y el robo de nuevo en muchas de las obras públicas.
El Paraguay necesita cambiar su chip, su programación, y hacer que realmente enfrentemos estos temas de la manera más sincera, realista y dolorosa posible; sólo que hasta ahora, los que padecen del dolor son generalmente los más débiles y la gran masa del pueblo paraguayo no padecen para nada la nomenclatura política que administra la república.