Las nuevas campañas desafían las antiguas estructuras. Hoy la información nos obliga a tener equipos de medición que estén trabajando constantemente calculando las tendencias, dividiéndose entre Facebook, Twitter, Instagram, tik tok y whatsapp.
Las percepciones personales o de un equipo ya no son válidas al momento de generar una estrategia y de preparar respuestas. Las creencias sobre como deberían ser las cosas o que piensa la gente sobre determinado tema solo terminan obstaculizando la posibilidad de llegar a los públicos metas. Y es aquí donde ingresa la investigación cualitativa y cuantitativa, en las que se tiene que tener precaución con los encuestadores que antes de presentar algo real prefieren dibujar los números, y esto es algo que se da, por suerte en nuestro mercado las empresas y los profesionales serios son conocidos, resultando más fácil identificar en que trabajos confiar.
El peor enemigo en una campaña de comunicación, es poner por delante el deseo de que los objetivos se logren sin asumir los escenarios reales. Existen muchas respuestas que el cliente no quiere escuchar y esto apeligra el éxito de los procesos.
Por todo esto, la lógica de comprar o crear un medio de comunicación que antes que informar trabaja sobre una propaganda intentando posicionar un relato no es efectivo. Existe mucho contraste de medios que bien o mal aprendieron a trabajar sobre la credibilidad de quienes presentan las noticias, hacen las entrevistas o exponen una opinión. Donde podemos no siempre estar de acuerdo, pero se genera la credibilidad que lo expuesto es de buena fe y no con dobles intenciones. Esto es un proceso y una construcción, no es comprar y publicar simplemente.
