La lucha contra el Covid-19 -en el caso de Paraguay- ha traído todos nuestros fantasmas de corrupción, de ineficacia, de incapacidad y finalmente en circunstancias dramáticas -como la que vivimos en la actualidad- que tuvimos que destruir más de veintidós mil biológicos el pasado mes de noviembre y que si no hay una campaña efectiva durante este mes de diciembre podrían sumarse otros doscientos veinte mil biológicos a ser destruidos.
Esa es una situación que pone en entredicho la verdadera acción de la política sanitaria de este Gobierno, qué es lo que no ha venido haciéndose bien, qué es lo que se hizo muy tarde como la tarea de difusión y concienciación en donde aparecen los negacionistas con una mejor bandera a la hora de ganarse adeptos que la campaña del millón de dólares a través de los medios de comunicación que no persuade ni hace llegar el mensaje de forma suficientemente clara y especialmente definitiva en torno al tema de la vacunación.
La otra cuestión es la pérdida de autoridad moral del Gobierno por los hechos escandaloso de corrupción que se han venido dando a lo largo de todo este tiempo.
Necesitamos recuperar tiempo y especialmente en un momento de grandes dificultades con la aparición de nuevas variables, la política sanitaria tiene que cambiar, esta que entendemos que solamente actúa por efecto de la circunstancia no es sostenible en el tiempo y en todo este momento no hemos visto realmente con una capacidad de respuesta sanitaria efectiva, honesta y -por sobretodo- eficaz.
