Las manifestaciones en diferentes tonos en este periodo en particular de nuestra historia tienen siempre vertientes electoralistas. Los camioneros que cierran las rutas promocionan a su líder Zaracho como el futuro presidente o vicepresidente de la República; no les importa sólo que el gasoil baje para su conveniencia, sino que también coloque a uno de sus líderes al frente de la administración política. Pero no se puede conseguir eso sobre la base del chantaje, ni de la la extorsión.
Los camioneros tienen que negociar con los sojeros el incremento en el precio del flete como consecuencia de la suba del gasoil. Si cada uno encuentra que la razón para protestar contra algo lo convierte inmediatamente en un líder político, cuándo tendría que ser la consecuencia de una negociación con el sector que realmente tiene que ver con esa actividad, estaremos yendo al Paraguay en donde las manifestaciones van a perder su sentido y su valor. Se estará reclamando una cosa cuando en realidad es otra completamente distinta a la que se ambiciona.
Hay que recuperar un verdadero discurso sincero, realista, verdadero, que convierta a las manifestaciones en una muestra de búsquedas de un diálogo concertador, y no un mecanismo de promoción de candidaturas.
