Las acusaciones mutuas entre el encargado de Contrataciones Públicas, quien se casó de manera fastuosa el pasado sábado y está de luna de miel en el Caribe mexicano, y el nuevo ministro Borba demuestra que todo el mundo en este gobierno, en este momento y desde hace bastante tiempo, como decimos en paraguayo, “anda por su cabeza”.
En cualquier momento y lugar eso hubiera significado que piensa, que razona, que planifica. Sin embargo, cuando en el Paraguay se dice “anda por su cabeza”, significa que nadie controla nada, ni el mismo de su proceder y de sus pasos.
Eso es lo que estamos viendo en este desgobierno y en esta ingobernabilidad en la que se encuentra el Paraguay. Cada parte del Gobierno anda por su cabeza.
Otra demostración de esto es que el nuevo ministro de Salud dice que hay que suspender las clases, pero no tiene un contertulio en el Ministerio de Educación, porque el que nombraron en el día de ayer ya tenía el traje puesto y estaba listo para jurar hasta que le vetaron.
Hugo Cáceres, el encargado de la unidad estratégica del Gobierno, ya tenía todo listo para ser el nuevo secretario de Estado de Educación, pero los políticos vetaron su nombre y lo dejaron con el brazo sin levantarse.
Lo que vemos en realidad es un desgobierno en el amplio sentido de la palabra. No puede seguir soportando el Paraguay tantos días en esta condición. Los costos en materia económica de la ingobernabilidad son enormes. La pobreza aumenta, el descrédito también y la corrupción rampante todavía tiene mayores oportunidades cuando tenemos un gobierno donde cada uno anda por su cabeza.
