Un día como hoy, en 1983, la sonda espacial norteamericana Pioneer 10 abandonaba nuestro sistema planetario para internarse en el espacio profundo. En 2003, las últimas señales fueron captadas cuando la astronave de 258 kilos se encontraba a 12.000 millones de kilómetros de la Tierra, para tener una idea, 80 veces la distancia entre el Sol y la Tierra y 32.880 veces la distancia a la Luna. Actualmente, la pequeña astronave equipada con generadores termoeléctricos alimentados con isótopos de plutonio, se dirige hacia la estrella Aldeberán, en la constelación de Tauro, a donde se espera llegue… dentro de 1.690 millones de años.
¿Qué importancia puede tener un artefacto de estas características para que lo recordemos en este espacio?
El Pioneer10 lleva a bordo una placa de aluminio bañada en oro con un diseño realizado por el afamado, y ya desaparecido, astrónomo Carl Sagan. Consta de una imagen con dos figuras humanas, una femenina y otra masculina. También hay un haz de líneas que parten radialmente de un mismo punto que representa el planeta Tierra. Dichas líneas indican la dirección de los púlsares más significativos cercanos a nuestro sistema solar y en cada uno, en sistema de numeración binaria, la secuencia de pulsos de cada uno. Sagan imaginó que este apartado constituye una suerte de domicilio terráqueo en el universo, habitado por una civilización técnicamente avanzada. En la parte inferior de la placa se representa un esquema del sistema solar, con los planetas ordenados según su distancia respecto al Sol y con una indicación de la ruta inicial de la Pioneer 10. Finalmente, arriba y a la izquierda, se muestra, también con lenguaje binario, la representación gráfica de una molécula de hidrógeno, el elemento más común en el universo.
Quienes idearon, diseñaron e instalaron esta placa consideraron que de llegar la sonda a manos de alguna civilización en el espacio remoto, dispondrían de información básica suficiente como para enterarse de la existencia de vida inteligente en una parte específica del universo.
Sagan fue un astrónomo, astrofísico, cosmólogo, astrobiólogo, escritor y divulgador científico que puso toda esa ciencia al alcance de todos con sus conferencias alucinantes y sus definiciones asombrosas. Su permanente búsqueda está definida en esta frase: “En algún lugar, algo increíble está esperando a ser descubierto”.
Quizá por eso dejó su marca en la Pioneer10. Buscando respuestas.