Las discusiones por el presupuesto son siempre enmarcadas en las cuestiones que se desea que ocurran durante el período fiscal siguiente.
Lo que muy poca gente dice es que, en realidad, todo lo que se pone allí son buenos propósitos que no necesariamente comulgan con las realidades.
El Ministerio de Hacienda termina diciendo- cuando le solicitan que aplique la ley del presupuesto para un proyecto de ley determinado- que no tiene los recursos o que no sabe de dónde sacarlos.
Es decir que existe el mandato en la norma, pero la coartada perfecta del Ministro de Hacienda es no tener ese dinero para hacer que ese compromiso se cumpla. Como es imposible ponerle una pistola en la cabeza al Ministro de Hacienda para que busque los mismos, todo termina en una gran negociación política donde la posibilidad que tiene aquello que recibió el mandato de la norma del Presupuesto General se cumpla, todo dependerá de nuevo de las presiones que se apliquen, de los cortes de ruta y de los reclamos políticos que se puedan hacer; de lo contrario, el presupuesto es un montón de buenas intenciones colocadas en el papel que no se cumplen en la realidad.
