Es el segundo año en que la festividad principal del vecino país queda suspendida por cuestiones sanitarias. Y eso ya es mucho para un país identificado con ese espacio donde ricos y pobres se encuentran en las calles para celebrar la vida y la tradición.
Son cuatro días en el que el cielo se pinta de otro color, el sonido del entorno adquiere un ritmo distinto, más alegre y capaz de hacer bailar hasta al más “patadura” o persona que tenga puesto un traje que oculte su verdadera identidad y que se haya tomado el tiempo para viajar hasta uno de las ciudades emparentadas con el carnaval: Río de Janeiro, ahi donde más de 3 millones de personas entre los pasistas y el público espectador participaban anualmente de la fiesta de las fiestas.
El carnaval tuvo que darse una pausa de sus actividades sociales por un virus que no solo cambió los colores y sonidos por un cielo negro y sin el conocido y atractivo ritmo del samba en la ciudad maravillosa, donde aunque se planteen leyes de “no al carnaval” la sangre del brasilero busca vivirla a toda costa.
Para ello un grupo de personas y músicos se reúnen y juntos emulan lo que era la gran fiesta cuya primera puesta en escena fue en 1840.
El carnaval en los pies
Un grupo variopinto que se reúne ahora en tiempos de pandemia cerca de una popular plaza del centro de la ciudad, listo para romper las reglas y comenzar una fiesta. Según ellos, estaban salvando el Carnaval de Río de Janeiro. Sus fechas son del 25 de febrero al 1ero de marzo, y aunque el deseo de ver la magia que emiten las carrozas, bailarines, sonrisa y gente por todos lados transmitiendo la alegría del carnaval que fue empujada de lado por la triste pandemia. Que a su vez hizo cortar varios eventos importantes no solo en Brasil sino en todo el planeta desde el año 2019 que hizo que no solo tenemos que vacunarnos, utilizar tapabocas, cancelar viajes y reuniones sociales, académicas y hasta laborales, para decir sí o sí a la vida y salud.
Después de que la variante ómicron trajera una nueva ola de casos de covid a Brasil, Río prohibió las bandas itinerantes conocidas como “blocos” que alimentan las fiestas callejeras gratis e improvisadas que hacen del Carnaval de esta ciudad una fiesta democrática. Que ahora se vio cortada por la dictadura que significa vivir en pandemia, donde para evitar estar internado cómo preso en la cárcel o desde la otra dimensión.
En compañía de brasileños, estadounidenses, europeos o asiáticos para ver cómo en el mundo se intenta continuar tratando de hacer la vida una fiesta alegre cómo el carnaval que parece todavía no tener muchas posibilidades de continuar cómo antes por los altos riesgos de contaminación. Que mientras no exista una fuerte conciencia colectiva de mantener distancias, estar inmunizados y seguir de cerca todas las recomendaciones de la medicina que fue testigo del fin del carnaval cómo de muchas vidas que pudieron continuar disfrutando de músicas, colores, y ambientes alegres cómo el carnaval de Río de Janeiro.