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Bolivia y Evo de nuevo

Este domingo tuvo lugar la elección presidencial en Bolivia, que al momento de redacción de estas líneas aún no se cuenta con escrutinio ni boletín oficial, sin embargo, ya es de conocimiento público la victoria del delfín de Morales, Luís Arce del MAS. Para algunos se trata de una “victoria popular”, otros dirán que fue “fraude” o que simplemente fue un proceso donde se respetó la voluntad mayoritaria del pueblo, aunque éste nuevamente es víctima de su propia ignorancia, yo personalmente me inclino por la tercera premisa.

Superando algunos datos curiosos, como las varias postergaciones, el adelanto del ganador anunciado vía twitter por la Pdte. Interina Jaeanine Ánez y no por el Órgano Electoral Plurinacional, así como el anuncio de Mesa reconociendo su derrota aún sin escrutinio oficial. Ahora bien, ¿por qué se produjo este nefasto resultado para Bolivia y los liberales de toda América?, para dar respuesta a ello voy a analizarlo desde dos planos, a saber: la debilidad institucional y la cultura política.

En lo que respecta al primer factor, iniciaré subrayando la incapacidad del sistema político institucional y concretamente del ente Rector electoral de Bolivia en cuyas decisiones primaron criterios políticos antes que legales, es decir, de conformidad con la misma legislación nacional todo partido que cometa fraude electoral debe ser inhabilitado de participar en los comicios subsiguientes, lo cual jamás ocurrió. En consecuencia y apegados a un criterio estrictamente jurídico, las recientes elecciones bolivianas tienen un pecado original, la ilegal participación del MAS en las mismas, por tanto, ilegítimas. No obstante, tanto la elección como el MAS fueron legitimados primero en el propio proceso electoral a través del sufragio popular y más tarde con la sólida victoria.

En segundo lugar, también concatenado con lo anterior, es que los latinoamericanos en general tenemos culturalmente hablando una relación promiscua con la ley, por ello el viejo adagio “hecha la ley, hecha la trampa”, es decir, no somos sociedades maduras donde priman los principios jurídicos sino el arbitrio de los intereses, el oportunismo o en crudo, el pillaje, probablemente sea una herencia cultural de ese siglo de caudillismo que experimentó la región.

Finalmente, somos presas fáciles del populistas y demagogos donde la retórica izquierdista rápidamente es acogida con gran fuerza por amplios sectores sociales, pues, aún creemos que saldremos de la pobreza NO CON TRABAJO sino de la otrora y torcida idea de la caridad, de la historia medieval de quitarle al rico para darle a los pobres, hoy modernizado bajo el concepto de “justicia social” donde la gran mamá Estado alimenta a sus hijos. Mientras eso se mantenga vigente en la estructura mental colectiva de Latinoamérica, la izquierda no sólo estará viva sino dominando la liza política y subyugando a los mismos tontos que la llevaron al poder.

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.

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