martes, noviembre 5, 2024
26.3 C
Asunción
InicioEditorialBarriendo bajo al alfombra

Barriendo bajo al alfombra

Categoría

Fecha

Llegan visitas y hay que “hermosear” la casa

Hacer o poner hermoso a alguien o algo. Eso significa hermosear, según el diccionario de la RAE. Eso están tratando de hacer los munícipes asuncenos a sabiendas de que perfumar al muerto los supera como tarea ante la inminente llegada de los miles de turistas, atletas y demás personas vinculadas a los juegos Odesur.

La historia se repite desde tiempo inmemorial. Cada vez que llega algún invitado de campanillas hay que esconder la basura bajo la alfombra, dicho esto en sentido absolutamente metafórico porque la operación involucra, esencialmente, personas. A las administraciones municipales no les alcanza para más, dada la acumulativa incapacidad de gestión que han mostrado, una tras otra, las levas de intendentes y concejales municipales.

Hubo un tiempo en que desde las alturas del cerro Lambaré se podía disfrutar un paisaje ribereño de gran magnificencia natural. Lo dominaba la laguna Cateura como parte de una reserva natural en la que desembocaba un arroyo de aguas cristalinas. En suma, un gran humedal, paraíso de aves migratorias, habitat de peces y horizonte de verdor sin igual. Pero un día, una orden presidencial puso al intendente municipal de Asunción plazo para limpiar la ciudad de basura. Como buen militar, el lord mayor se cuadró, juntó toda la mugre ciudadana y la depositó al borde de la espléndida laguna. Así empezó el proceso de destrucción ambiental más implacable y nefasto de la historia de Asunción. El detonante era muy simple: venía gente de afuera y el dictador no quería una ciudad desaseada. Ah, y de paso, hizo sacar de en medio a vendedores ambulantes y, de haberlos, reubicar damnificados.

Este es un minué ya muy repetido: muevan a los inundados, retornen a los inundados, llevémosolos a tal lugar, reubiquémoslos en forma definitiva, o casi… Actualmente están “afeando” los alrededores del Cabildo, Catedral y Congreso. Y ahí están nuevamente los honorables munícipes corriendo los muebles y cambiando las alfombras, porque llegan los juegos del Odesur, o lo que sea.

Asumámoslo de una buena vez. No tenemos verdaderos munícipes sino una tropa de capataces cuyo limitado bagaje les alcanza apenas para evitar que la ciudad colapse. Duele pensar lo lejos que estamos de una Asunción puesta en valor, con espacios peatonales y recuperación del centro histórico que se cae a pedazos.

Una tristeza.

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.

IA y suicidio

EEUU elige su destino

España ahogada