La palabra autoridad viene del latín auctoritas que deviene de autor cuya raíz es aumentar promover hacer progresar Todas las generaciones nos enfrentamos a figuras de poder y lo que ellas representan. En la casa con los padres y/o hermanos o con quien nos toque crecer. Luego empiezan los controles, llamadas de atención y responsabilidades que al ser niños no nos gusta recibir pero las reglas existen para una convivencia sin complicaciones.
Hoy día no solo en la política vemos errores en el poder. Marco Trovato, ex presidente de uno de los clubes del país, tiene una sanción de por vida como dirigente porque según la FIFA manipuló partidos y competiciones de su club. Este tipo de complicaciones para los que detentan el poder no solo ocurren en Paraguay también en los Estados Unidos donde se descubre que Trump debe supuestamente al Estado una suma gigantesca de dinero en relación a sus impuestos impagos por más de diez años, algo que en ese país no es broma jugar con el departamento de tributación (Internal Revenue Service) si no que lo diga Al Capone. Este tema amenaza su reelección de noviembre, la de Trump se entiende.
Nuestro presidente Abdo Benítez se expone al hablar sobre los planes económicos.
Una autoridad no solo se destaca por su firmeza sino por seriedad, sabiduría, empatía. La forma de gerenciar los recursos de la comunidad que le tocó presidir, sea el área que sea determina su autoridad o su pérdida. Así cómo no toleramos un referente de la casa bajo los efectos del alcohol así también debemos tener el coraje de demandar a nuestros jefes, gerentes o superiores la misma capacidad y rigor que se espera de su condición de autoridades.
Si uno aspira a ser autoridad debe ser transparente o cargar las consecuencias de la mala gestión. Vale para todos en todas partes.