La democracia en Paraguay – ni tan incipiente, ni tan desarrollada – se presenta como una gran oportunidad para los electos por el pueblo, pues cada vez que ejercitamos nuestro derecho al voto les otorgamos un cheque en blanco con una validez de 5 años; y en algunos casos los ciudadanos eligen distanciarse de lo que podría ser una efectiva participación ciudadana; por ello, hoy, a la vista de los acontecimientos debemos aumentar nuestros minutos de democracia.
Desde el golpe de estado de 1989 el Paraguay viene raspando débilmente la tan ansiada democracia representativa y participativa, establecida en la Constitución Nacional e invocada elocuentemente por quienes desarrollan sus discursos actuales sin considerar que después del inicio del proceso democrático apenas hemos dado unos sinuosos pasos en pro a su fortalecimiento, proceso que a la fecha ha quedado por momentos en la mirada del retroceso y en otros espacios de tiempo dio pequeñas señales de fortalecimientos aislados, de esto que sin entenderlo bien es mucho mejor que vivir en silencio.
Desde el inicio de la democracia hemos elegido 7 presidentes, pero 9 ejercieron la presidencia, 7 veces hemos votado a nuestros congresistas, algunos siendo reelectos varias veces, así también tuvimos la posibilidad de elegir Gobernadores y Miembros de Juntas Departamentales en todos los departamentos del país, Intendentes Y Concejales en todas las ciudades del territorio nacional, todo esto dentro del ámbito del estado centralizado y descentralizado. También tuvimos la posibilidad de elegir a nuestros presidentes de cooperativas locales, de las diferentes juntas de saneamiento, de las comisiones vecinales y hasta de la Comisión pro empedrado; sin embargo, a estas alturas con el alto grado de desgaste del servicio público y comunitario en cualquiera de sus niveles y jerarquías conviene hacernos las siguientes preguntas. ¿Qué es lo que hicimos?, ¿Elegimos o Votamos?
En las próximas elecciones se confirmará del destierro definitivo de las famosas listas sabanas que tanto daño político han causado especialmente en filas del Congreso Nacional; pues han ingresado a ocupar curules personas o más bien personajes que con su silencio, su desconocimiento y hasta su falta de sentimiento patriótico hicieron que su gestión parlamentaria colabore a que la sociedad considere increpar a los diputados y senadores con motes despectivos que nada hacen a la categoría de Honorable que ostentan ambas Cámaras del Congreso Nacional. Claro está, con honrosas excepciones.
A la vieja práctica de votar y no elegir podemos agregar como condimento de una situación real de una gran parte de la población un escenario que se basa prácticamente en el poco uso de las herramientas democráticas que tenemos a disposición gracias a la Constitución Nacional; y mas allá de las algarabías generadas por cada proceso electoral debemos reconocer que como ciudadanos muchos, quizás no todos, hacemos uso de nuestro cupo democrático en tan solo 5 minutos.
5 minutos, más o menos, es el tiempo utilizado para el ejercicio de nuestro derecho al sufragio, tiempo con el cual creímos haber cumplido a cabalidad con nuestro rol de ciudadano democrático; creyendo que al ciudadano solo le toca votar por sus autoridades, ritual que solo nos convoca cada 5 años, dejando el resto del tiempo a cargo de los electos la alta responsabilidad de cumplir a cabalidad con la misión encomendada por el pueblo. En consecuencia, podemos decir que en la actualidad solo ejercitamos nuestro rol democrático por tan solo 5 minutos en cada quinquenio.
Los resultados están a la vista, no podemos dejar el destino de nuestro país en manos de los electos, no podemos pretender que el manejo legislativo funcione a la perfección con solo votar; no podemos pretender que los electos del poder ejecutivo ocupen cargos sin el control y participación ciudadana, no podemos pretender un país mejor si desde el inicio del proceso electoral, desde la redacción de propuestas y hasta la ejecución de los proyectos que afecten al desarrollo de nuestro bienestar y nuestra calidad de vida no ejercitamos el uso objetivo de nuestro rol democrático.
En manos de los electores está el futuro de nuestra patria…