A medida que transcurre el tiempo, el mundo cambia, la sociedad actual tiende a otra realidad, nuestra mentalidad es otra, sin embargo, vemos como no todos pueden aceptar situaciones que se presentan en el día a día; se van acentuando las posturas y ciertos comentarios de discriminación a otras personas por el solo hecho de tener una apariencia física diferente a lo habitual, con el nuevo concepto de “aspectismo”, son personas que hacen perjuicios por otras, porque no son como ellas, y no comparten sus mismos criterios y mismos gustos. Lo mismo sucede con la discriminación en la orientación sexual; no saben la complejidad y las consecuencias que desencadenan, lanzan como una flecha directamente a la autoestima del prójimo/a.
¿Por qué debemos continuar solapando, reprimiendo una situación? Sucedió antes, por nuestras creencias, cultura y que se escondía, se disimulaba, se guardaba y se enterraba, siempre existió, ¡No es noticia! La hipocresía de cierta gente que quiere seguir guardando y haciendo tanto daño a una persona que elige su orientación sexual e identidad de género.
Todos estamos al tanto que la ley prohíbe la discriminación por orientación sexual e identidad de género, el acoso o cualquier comentario ofensivo, despectivo o que atente contra la libertad de elección de la otra persona no puede ser ni debe ser tolerada por nuestra sociedad.
Las actitudes de rechazo y hostigamiento hacia las personas lesbianas, gay, bisexuales, transgéneros, entre otras orientaciones sexuales, se configuran como violencia. En tal aspecto, todos/as merecemos respeto, y ningún ser humano puede ser rechazado o excluido de la sociedad por su condición sexual ni su aspecto físico. No son delincuentes, no le hace daño a nadie, elijen su libertad, sus gustos como cualquiera de nosotros.
En tal sentido, es notable como el patriarcado continúa instalado en la sociedad, con la diferencia que se fue dándose a lo largo del tiempo, como la desigualdad de sexo, que aún en las leyes existen una desigualdad formal, donde las lesbianas son doblemente discriminadas por su condición de ser mujer y homosexual. Ante la ausencia de articulación de políticas públicas, continuamos sin tener un enfoque claro partiendo desde la educación, de donde se desata tanta problemática en la actualidad por tal descuido por parte de los gobernantes.
En estos días, a todos nos sorprendió la reacción de jóvenes de un colegio privado a favor de una chica desmatriculada por motivo de su orientación sexual. Solamente me queda por decir de como jóvenes nos enseñan cada día más. Es el momento de desterrar lo enterrado durante tanto tiempo. Nadie merece sufrir.
¡Vivamos y dejemos vivir!
