Comentario 3×3
Por Benjamín Fernández Bogado
Toda situación como la actual requiere no solo una gran capacidad de articular las fuerzas en conjunto de los gobiernos con la ciudadanía, que solo uno haga la tarea y el otro no, evidentemente llevaría al fracaso cualquier proyecto de este tipo.
El Paraguay está siendo admirado en la región y en el mundo por haber tomado una decisión compleja y difícil de haber parado las actividades hace una semana. Algunos afirman que esto podría prolongarse después del día 25 de marzo que es la fecha límite puesta por el gobierno cuando se inició esta cuarentena.
Nuestros números de infestados son bastante bajos comparados con la región, especialmente en países más poblados que no han tomado la determinación mucho antes como el caso de Argentina y de Brasil.
La mala noticia es que ambos países son limítrofes con nuestro territorio y eso implica graves dificultades para el control del movimiento de personas a lo largo de la frontera seca que ha llevado a que Bolsonaro afirmara que no se puede cerrar la frontera con Paraguay porque en algunos lugares como el de Amambay prácticamente no hay diferencia entre una ciudad y otra. La divisoria de una calle vuelve imposible llevar adelante un proyecto de este tipo.
Paraguay debería procurar asilar el ingreso de toda persona de afuera que pudiera traer consigo el ingreso del coronavirus y diseminar entre nosotros. Además, el Paraguay tiene una larga tradición aislacionista. La independencia de nuestro país se forjó de manera aislada desde 1814 a 1840, lo que también nos lleva a pensar que en el futuro deberíamos ser más autosuficientes, autónomos e independientes en términos de consumar aquello que producimos.