miércoles, octubre 29

Argentina despide a Mauricio Macri

La Plaza de Mayo de Buenos Ai­res, escenario de la memoria política de Argentina, vi­vió una noche el domin­go pasado muy agitada. Decenas de operarios retiraron la reja que des­de las revueltas de 2001 la partía de lado a lado y protegía la Casa Rosada de las manifestaciones. Alberto Fernández, que hoy reemplazará a Mau­ricio Macri como presi­dente, pidió el retiro del vallado para que la plaza sirva para “terminar con las divisiones y unir a la Argentina”.

No habrá más rejas, pero tampoco primavera polí­tica: Fernández recibirá un país que lleva tres años en recesión y la ur­gencia de renegociar una deuda exterior que se ha vuelto impagable.

Las manifestaciones lle­garán ahora al pie de la sede del Gobierno, don­de ya se ha montado un escenario para la fiesta que seguirá al traspaso de mando. Argentina ini­ciará así una nueva etapa, marcada por el regreso del peronismo al poder.

Cuando Fernández reci­ba el bastón de mando de manos de Mauricio Macri habrá puesto fin a cuatro meses de una transición envenenada. La derrota oficialista en las elecciones primarias de agosto obligó a Macri pilotar vacío de poder la crisis económica que las­tró el tramo final de su mandato. El 27 de octu­bre, las urnas ratificaron el triunfo de Fernández en primera vuelta. El Go­bierno anunciaba enton­ces que no podría cum­plir con los pagos de la deuda contraída con bo­nistas privados y el Fondo Monetario Internacional e imponía un torniquete cambiario para detener la sangría de reservas del Banco Central.

Urgido por el calendario de vencimientos, Fernán­dez tendrá menos de un semestre para resolver el problema de la deuda y apenas unas semanas para calmar la ansiedad de sus votantes, necesi­tados de respuestas rápi­das ante la pérdida del poder adquisitivo de sus salarios y la inflación, que este año superará el 55%. El hombre elegido para resolver la herencia recibida se llama Martín Guzmán, un discípulo del Nobel Joseph Stiglitz, que Fernández repatrió de la Universidad de Co­lumbia (Nueva York).

Guzmán, de 37 años, es un experto en procesos de renegociación de deu­das externas, pero su ex­periencia política es nula. En noviembre pasado, el economista presentó ante Naciones Unidas un plan para la deuda argen­tina. Dijo entonces que Buenos Aires no debe pagar ni capital ni interés hasta 2022; evitar nue­vos préstamos del FMI; y neutralizar cualquier hipótesis de quiebra. Du­rante el periodo de gra­cia, Argentina reordena­rá sus cuentas para hacer «sustentable» la deuda a medio plazo.

Fernández encontrará una situación económica debilitada por tres años consecutivos de caída del PIB (la CEPAL estima un -3% para 2019, la peor de la región después de Ve­nezuela y Nicaragua) y una subida de la pobreza hasta el 40,8%, la mayor cifra en casi 20 años. El nuevo presidente apu­rará la declaración de la «emergencia económi­ca», una fórmula que le permitirá hacer cambios estructurales por decre­to, sin pasar por el Con­greso. Para pelear contra la inflación, llamará a un gran acuerdo en el que participarán sindicalistas y empresarios dispuestos, los primeros, a moderar sus demandas salariales; y de subidas de precios, los segundos.