Foto: Ministerio de Salud
Varias son las deudas con la democracia que hemos tenido con gobiernos que sucesivamente han venido a ocupar este espacio por más de 30 años. Deudas que tienen que ver con la prosperidad del país, con el desarrollo en sentido general de la palabra, en la utilización de nuestras capacidades y conocimientos, en la necesidad urgente de haber hecho de la educación un valor que transfiera capacidades en un tiempo donde el conocimiento constituye el 66% de la riqueza a nivel global, y si miramos todavía en tiempos de pandemia la cuestión sanitaria, allí las cuestiones son todavía aún más dramáticas.
El ministro de Salud, Julio Borba, tratando de dar ánimo a su jefe Mario Abdo, le agradeció que durante la pandemia se hayan establecido 435 lugares de terapia intensiva en hospitales públicos de Paraguay.
Esto está todavía muy lejos de los indicadores que debiéramos tener comparados con otros países de iguales desarrollos y capacidades como el nuestro.
Uruguay, con una capacidad de arranque y también de dificultad en la pandemia, en febrero de este año invitó al presidente Abdo para ver una política común para hacer frente a lo que en ese momento era el pico más alto que se venía de la pandemia.
Los uruguayos celebraron ayer que no haya muerto nadie por Covid. En Paraguay fallecieron 25 compatriotas y llegamos a tener 154 muertos por día. Lo que deberíamos hacer en realidad es tomar acciones concretas para dejar la condición de aplazados en democracia por sucesivos gobiernos mayoritariamente colorados y solo un quinquenio por gente de la oposición que tampoco generó el suficiente y deseado desarrollo.