viernes, marzo 28

Apatía social y política / Félix Martín Giménez Barrios

La falta de preocupación e interés en asuntos sociales o de bien común, es lo que
vendría a significar la frase de “apatía social”. Se caracteriza por el desinterés hacia la
situación de otros, específicamente de aquellos que se encuentran en mayor
vulnerabilidad. Algunas de sus causas serían tanto la falta de una educación cívica
con consciencia social, como la invasión de la impotencia y desesperanza ante las
injusticias, causando así una pérdida de la solidaridad.

Dentro de la política, la apatía social es quizá más difícil de procesar las causas, pero
resulta mucho más fácil evaluar el daño, que pasa de lo individual a lo colectivo. En la
mayoría de las naciones, su principal origen es la desconfianza tanto hacia los
políticos como a las instituciones del estado, debido a casos relacionados
directamente con la corrupción. Lo que puede derivar en un debilitamiento de la
democracia al bajar la participación en procesos democráticos, como las elecciones.

Resulta evidente que la apatía social y política están relacionadas y que ambas se
refieren a la indiferencia ante problemas que afectan negativamente y a gran escala al
orden social, sintiendo tanto el grupo como el individuo, una desilusión por ser incapaz
de producir cambios para el bien común, ósea la sensación de perdida de capacidad
para contribuir a la mejora social.

¿Por qué resulta importante recordar esos conceptos? Pues la respuesta corta y
directa sería que, hoy en día, según los propios expertos en asuntos políticos, en
Paraguay la mayoría de los jóvenes no solo expresan abiertamente no estar
interesados en política, sin problemas dicen odiar todo lo relacionado a ella. Los
efectos son que, desde los partidos tradicionales del país, se dan cuenta que las
nuevas generaciones ya ni se sienten representados por los colores e ideales que sus
padres siguieron en otros tiempos.

Este hecho puede ser visto como algo positivo, y miembros de varios sectores
políticos tienen autocritica y entienden que, ante tantos casos de corrupción, de abuso,
de clientelismo y demás males, sea muy normal que la juventud ignore o desprecie sin
ningún problema, los proyectos políticos que se elaboran. Muchos de ellos entienden
la situación, otros no lo hacen y cierto grupo ni le conviene entender, ya que la apatía
podría ser hasta un beneficio a sus intereses.

Hay que recordar que la apatía de la juventud hacia la política no es un asunto
inevitable en la democracia moderna. Existen varias formas y mecanismos para
encararla y vencerla, como la implementación de una educación cívica especializada,
la participación comunitaria y la promoción de consciencia política, algo que
igualmente a largo plazo, se podrán ver los resultados, que sin dudar, serían de mucha
ayuda al bienestar del país.